NÚMERO 377 NOVIEMBRE 1- 2017 (MIÉRCOLES)
FUNDADO EN AGOSTO 12/2012.
Director
Editora y Asesora
Alba Hoyos Botero
1ª entrega de los premios
ANTURO
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Llega el mes de las ánimas y el animero, una tradicional leyenda puramente colombiana, que poco a poco pierde su esencia, aún prevalece este año. En Copacabana, un pueblo situado en el norte cercano a Medellín, durante la media noche salen entre 10 y muchas veces hasta 30 jóvenes acompañando la campana que dicen con voz constante: “Un padrenuestro por las benditas almas del purgatorio por amor a Dios”.
Jesús Torres, más conocido como “Chucho Huevo” tiene 63 años y desde hace 40 comenzó junto a Germán Villa y José Leonardo Bedoya a salir en la noche. “Aquí antes había un señor que salía de animero, pero entonces al poquito tiempo se desapareció y Villa, Bedoya y yo fuimos a pedirle al cura a ver si nos dejaba hacer esta labor. Entonces nos dijo que si éramos capaces él nos lo permitía”, cuenta Jesús mientras mira una vieja foto en la que aparece sentado junto varios hombres, justo antes de un partido de fútbol, él y sus ya fallecidos compañeros de labor.
Son las 11:30 de la noche y Jesús sale de su casa directo al Cementerio Central, ubicado en una de las partes más altas de Copacabana, donde unas 15 personas esperan para hacer el recorrido y rezar a las animas, la mayoría son hombres jóvenes. Él advierte que quienes deseen salir con él deben hacerlo con mucha seriedad, no es un espectáculo y mucho menos algo que se hace en broma. Cada noche, una persona diferente es la encargada de llevarle una capa gris u otra capa muy particular que tiene una ilustrada una calavera y un letrero que dice: “Que Dios le dé el descanso eterno” y el sombrero; se dice que quien haga la entrega tendrá buena suerte durante todo el mes.
Mientras todos esperan en las afueras del cementerio, pasa Jesús por cada tumba despertando las ánimas para su paseo nocturno. “Él no puede mirar hacia atrás…” Cuenta Patricia Díaz, una mujer que junto a su familia asiste anualmente al menos un par de veces, “Si mira hacia atrás ve a las ánimas y de una lo privan, por eso le toca ponerse ese sombrero para que le tape la cara”. Entre los tantos mitos que hay sobre el animero, se dice que no puede nadie acercarse a él por los lados y existen personas que afirman que mientras caminan junto a él ven una especie de bultos flotantes de color blanco a su alrededor. Comienzan entonces todos a caminar detrás de Jesús y Sara, una niña de tan solo 14 años susurrando comenta: “A mí no me da miedo. Eso al principio una si se asusta, pero después se acostumbra y ya. Pero eso de los tales fantasmas yo sí no los he visto”.
Quienes duermen y por casualidad despiertan con el sonar de la campana deben rezar un padrenuestro, “Así – dice Jesús– recojo muchos padrenuestros para los que no ha llegado a la Gloria de Dios, entonces se salvan cientos de ánimas que están pues, en el purgatorio”.
Jesús recorre varias partes de Copacabana, cada noche varía su recorrido andando por una misma parte sólo unas 3 o 4 veces en el mes. Terminado el recorrido, el “animero” regresa a la cima donde se encuentra el cementerio, se pone de espaldas y permanece en la puerta el espacio suficiente para que todas las almas que sacó hayan tomado sus fosas. Y así, termina su jornada.
Su trabajo es arduo por eso ahora anda buscando alguien que lo sustituya. Jesús tiene cuatro hijos, pero ninguno de ellos quiere seguir la tradición de su padre. "Es algo agotador, porque uno tiene que trasnochar, aguantar el frío y también la lluvia", reconoce.
Ahora ya no trabaja, pero durante muchos años cumplió con la tradición de animero, al mismo tiempo que cumplía con su empleo como obrero de la Alcaldía Municipal. "A veces me dormía en el día, pero los jefes me tenían paciencia porque sabían lo que yo hacía por los muertos", concluye.
La tradición del animero no sólo se ve en Copacabana, hace muchos años se veía en Barbosa, concordia, Puerto Berrío y muchos otros municipios. En Bello por ejemplo, el animero desapareció debido a que en las noches los hombres que permanecían al margen de la ley y los delincuentes, robaban a la gente que salía a orar con él.
Telegrama de 1899. Colección particular.
EL ANIMERO, UNA TRADICIÓN QUE PREVALECE
Llega el mes de las ánimas y el animero, una tradicional leyenda puramente colombiana, que poco a poco pierde su esencia, aún prevalece este año. En Copacabana, un pueblo situado en el norte cercano a Medellín, durante la media noche salen entre 10 y muchas veces hasta 30 jóvenes acompañando la campana que dicen con voz constante: “Un padrenuestro por las benditas almas del purgatorio por amor a Dios”.
Jesús Torres, más conocido como “Chucho Huevo” tiene 63 años y desde hace 40 comenzó junto a Germán Villa y José Leonardo Bedoya a salir en la noche. “Aquí antes había un señor que salía de animero, pero entonces al poquito tiempo se desapareció y Villa, Bedoya y yo fuimos a pedirle al cura a ver si nos dejaba hacer esta labor. Entonces nos dijo que si éramos capaces él nos lo permitía”, cuenta Jesús mientras mira una vieja foto en la que aparece sentado junto varios hombres, justo antes de un partido de fútbol, él y sus ya fallecidos compañeros de labor.
Son las 11:30 de la noche y Jesús sale de su casa directo al Cementerio Central, ubicado en una de las partes más altas de Copacabana, donde unas 15 personas esperan para hacer el recorrido y rezar a las animas, la mayoría son hombres jóvenes. Él advierte que quienes deseen salir con él deben hacerlo con mucha seriedad, no es un espectáculo y mucho menos algo que se hace en broma. Cada noche, una persona diferente es la encargada de llevarle una capa gris u otra capa muy particular que tiene una ilustrada una calavera y un letrero que dice: “Que Dios le dé el descanso eterno” y el sombrero; se dice que quien haga la entrega tendrá buena suerte durante todo el mes.
Mientras todos esperan en las afueras del cementerio, pasa Jesús por cada tumba despertando las ánimas para su paseo nocturno. “Él no puede mirar hacia atrás…” Cuenta Patricia Díaz, una mujer que junto a su familia asiste anualmente al menos un par de veces, “Si mira hacia atrás ve a las ánimas y de una lo privan, por eso le toca ponerse ese sombrero para que le tape la cara”. Entre los tantos mitos que hay sobre el animero, se dice que no puede nadie acercarse a él por los lados y existen personas que afirman que mientras caminan junto a él ven una especie de bultos flotantes de color blanco a su alrededor. Comienzan entonces todos a caminar detrás de Jesús y Sara, una niña de tan solo 14 años susurrando comenta: “A mí no me da miedo. Eso al principio una si se asusta, pero después se acostumbra y ya. Pero eso de los tales fantasmas yo sí no los he visto”.
Quienes duermen y por casualidad despiertan con el sonar de la campana deben rezar un padrenuestro, “Así – dice Jesús– recojo muchos padrenuestros para los que no ha llegado a la Gloria de Dios, entonces se salvan cientos de ánimas que están pues, en el purgatorio”.
Jesús recorre varias partes de Copacabana, cada noche varía su recorrido andando por una misma parte sólo unas 3 o 4 veces en el mes. Terminado el recorrido, el “animero” regresa a la cima donde se encuentra el cementerio, se pone de espaldas y permanece en la puerta el espacio suficiente para que todas las almas que sacó hayan tomado sus fosas. Y así, termina su jornada.
Su trabajo es arduo por eso ahora anda buscando alguien que lo sustituya. Jesús tiene cuatro hijos, pero ninguno de ellos quiere seguir la tradición de su padre. "Es algo agotador, porque uno tiene que trasnochar, aguantar el frío y también la lluvia", reconoce.
Ahora ya no trabaja, pero durante muchos años cumplió con la tradición de animero, al mismo tiempo que cumplía con su empleo como obrero de la Alcaldía Municipal. "A veces me dormía en el día, pero los jefes me tenían paciencia porque sabían lo que yo hacía por los muertos", concluye.
La tradición del animero no sólo se ve en Copacabana, hace muchos años se veía en Barbosa, concordia, Puerto Berrío y muchos otros municipios. En Bello por ejemplo, el animero desapareció debido a que en las noches los hombres que permanecían al margen de la ley y los delincuentes, robaban a la gente que salía a orar con él.
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SI UNA AMISTAD SE ALEJA, DÉJELA IR
SI UNA AMISTAD
SE ALEJA, DÉJELA IR
Por: Jairo Cala Otero/ Bucaramanga/ Colombia. Las amistades nacen de repente y desaparecen también de repente. No hay convencionalismos para lo uno y lo otro. Aunque causa más sorpresa que suceda lo último.
Generalmente no estamos preparados para el rompimiento de una amistad. En verdad, para ningún rompimiento lo estamos. Por tal razón quedé perplejo frente a la reacción insólita de alguien a quien hoy puedo calificar como ex amigo. No es enemigo, naturalmente. Se alejó por su cuenta, renunció a nuestra amistad mutua, sin más argumentación valedera que su voluntad.
Es una persona que celebraba mi generosa amistad, expresaba orgullo porque yo fuese su amigo. Yo le prodigaba confianza y fortuitos favores, y le orientaba en el empleo correcto del español; le obsequiaba un trato comedido, respetuoso y caballeroso. No bajé nunca mi gallardía, ni mi intención de ayudarle a superar el gamberrismo y la soberbia que le caracterizan. Valga decir que por ellos sus semejantes de oficio lo rechazan y le manifiestan resquemores. Pero todo eso junto perdió abruptamente de valor para aquel ex amigo.
Fue durante una partida de bolos, el día consagrado a San José obrero. Habíamos hecho harto ejercicio durante cinco horas consecutivas. El juego transcurría en medio de un ambiente alegre y divertido, como muchas otras veces había sucedido.
De repente –yo no lo podía creer- el hombre tiró al piso su bola y detuvo radicalmente el juego. Las órbitas de sus ojos destellaron una especie de fuego. Y echó a parlamentar con dedo acusador. Como si se hubiese despertado un león herido dentro de su ser, levantó la voz para protestar porque yo me agachaba para recoger mi bola de juego segundos antes de que él hiciera su lanzamiento. Había perdido su propio control. Yo me mantenía callado, pero al cabo de un par de minutos argüí que no había suficiente motivo para armar una batalla. ¡Pero, según insistía, era grave, enorme indelicadeza, una osadía muy censurable lo que yo hacía! Eso dijo repetidamente. Yo quedé atónito. No concebía –como no concibo todavía- que una trivialidad como aquella diera pie a semejante reacción agresiva.
Otro jugador que compartía también el mismo set reviró para hacerle notar a mi ex amigo que aquello no justificaba su enardecimiento. Pero todo fue inútil. Al contrario, terminó enganchado en una acalorada discusión con el energúmeno; y también cargó con insultos y amenazas de pérdida de la amistad. Por último, el “león” se marchó atropelladamente del lugar de juego, no sin antes enrostrarnos la bebida que había aportado en el pasado, por su propia voluntad, no porque nadie se lo impusiera.
Como cuando un niño se enfada, toma el balón que ha prestado para el juego y se va furioso, el ex amigo se marchó encolerizado, casi echaba chispas. Parecía llevar a Satanás como conductor, pues supimos después que se subió a su carro y manejó como si tuviera la intención de matarse o de matar a quien se le atravesara. Había muerto así, repentinamente, una amistad. Aunque la causa fue la más absurda que yo haya conocido.
¿Para qué cuento este pasaje? Para indicar que estoy agradecido con la vida. Aquel episodio debía suceder ese día. Porque no hay casualidades, sino causalidades. Todo viene a nosotros en el momento en que debe llegar; no antes, ni después. Ese día terminó ese ciclo, me proporcionó una lección (la de aprender a escoger mis amistades, quizás) y me facilitó la capacidad de reflexionar acerca de que no se le debe hacer oposición a nada que nos llegue de repente. Es una forma que tiene el universo de enseñarnos cómo evolucionar.
Hoy me dicen otros amigos que al alejarse aquel ex amigo me liberó de un karma: el de soportar sus bravuconadas, su lenguaje soez, su prepotencia, su irrespeto hacia los demás, su intención de aventajar a otros pasando por encima de su dignidad… Sí, siento que así fue.
Cuando las personas no han tenido una mínima formación humanística, así será su desempeño siempre; aunque hayan coronado seis décadas de vida o más. Será inútil tratar de enderezar sus pasos –aunque se les dé buen ejemplo- puesto que su “disco duro” ya no tiene forma alguna de “formatearse”, de reprogramarse. No admiten cambio alguno. Menos cuando se han llenado de ufanía, aunque no tengan méritos; sólo aprovechamiento de oportunidades nunca trabajadas a conciencia.
Desde aquel incidente infantil, protagonizado por un hombre entrado en edad madura, pero sin madurar, gané en tranquilidad y en sosiego. Ya no tengo razones para abochornarme ante otros seres humanos, porque ya no está quien insultaba a los conductores porque sí y porque no; ya no siento vergüenza ajena por su atrevimiento y desfachatez. Quise ayudar a cambiar esa tipología de conducta pero el universo, que es muchísimo más inteligente que todos los terrícolas, decidió poner un argumento baladí en aquella testa inmadura, y lo quitó de mi campo de energía. Ahora ese campo lo tengo libre para otros menesteres.
Lo que nos ocurra debe admitirse, aunque en ocasiones nos sorprenda; y aunque sea lo que menos esperábamos. Al aceptar los hechos maduramos, crecemos, evolucionamos. Pasamos la página y avanzamos a otro terreno, donde muy seguramente otras circunstancias más halagadoras nos sorprenderán, para bien nuestro. Entonces es cuando cobra majestad la expresión de Violeta Parra, en la canción interpretada por Mercedes Sosa: ¡Gracias a la vida, que me ha dado tanto!
Por: Jairo Cala Otero/ Bucaramanga/ Colombia. Las amistades nacen de repente y desaparecen también de repente. No hay convencionalismos para lo uno y lo otro. Aunque causa más sorpresa que suceda lo último.
Generalmente no estamos preparados para el rompimiento de una amistad. En verdad, para ningún rompimiento lo estamos. Por tal razón quedé perplejo frente a la reacción insólita de alguien a quien hoy puedo calificar como ex amigo. No es enemigo, naturalmente. Se alejó por su cuenta, renunció a nuestra amistad mutua, sin más argumentación valedera que su voluntad.
Es una persona que celebraba mi generosa amistad, expresaba orgullo porque yo fuese su amigo. Yo le prodigaba confianza y fortuitos favores, y le orientaba en el empleo correcto del español; le obsequiaba un trato comedido, respetuoso y caballeroso. No bajé nunca mi gallardía, ni mi intención de ayudarle a superar el gamberrismo y la soberbia que le caracterizan. Valga decir que por ellos sus semejantes de oficio lo rechazan y le manifiestan resquemores. Pero todo eso junto perdió abruptamente de valor para aquel ex amigo.
Fue durante una partida de bolos, el día consagrado a San José obrero. Habíamos hecho harto ejercicio durante cinco horas consecutivas. El juego transcurría en medio de un ambiente alegre y divertido, como muchas otras veces había sucedido.
De repente –yo no lo podía creer- el hombre tiró al piso su bola y detuvo radicalmente el juego. Las órbitas de sus ojos destellaron una especie de fuego. Y echó a parlamentar con dedo acusador. Como si se hubiese despertado un león herido dentro de su ser, levantó la voz para protestar porque yo me agachaba para recoger mi bola de juego segundos antes de que él hiciera su lanzamiento. Había perdido su propio control. Yo me mantenía callado, pero al cabo de un par de minutos argüí que no había suficiente motivo para armar una batalla. ¡Pero, según insistía, era grave, enorme indelicadeza, una osadía muy censurable lo que yo hacía! Eso dijo repetidamente. Yo quedé atónito. No concebía –como no concibo todavía- que una trivialidad como aquella diera pie a semejante reacción agresiva.
Otro jugador que compartía también el mismo set reviró para hacerle notar a mi ex amigo que aquello no justificaba su enardecimiento. Pero todo fue inútil. Al contrario, terminó enganchado en una acalorada discusión con el energúmeno; y también cargó con insultos y amenazas de pérdida de la amistad. Por último, el “león” se marchó atropelladamente del lugar de juego, no sin antes enrostrarnos la bebida que había aportado en el pasado, por su propia voluntad, no porque nadie se lo impusiera.
Como cuando un niño se enfada, toma el balón que ha prestado para el juego y se va furioso, el ex amigo se marchó encolerizado, casi echaba chispas. Parecía llevar a Satanás como conductor, pues supimos después que se subió a su carro y manejó como si tuviera la intención de matarse o de matar a quien se le atravesara. Había muerto así, repentinamente, una amistad. Aunque la causa fue la más absurda que yo haya conocido.
¿Para qué cuento este pasaje? Para indicar que estoy agradecido con la vida. Aquel episodio debía suceder ese día. Porque no hay casualidades, sino causalidades. Todo viene a nosotros en el momento en que debe llegar; no antes, ni después. Ese día terminó ese ciclo, me proporcionó una lección (la de aprender a escoger mis amistades, quizás) y me facilitó la capacidad de reflexionar acerca de que no se le debe hacer oposición a nada que nos llegue de repente. Es una forma que tiene el universo de enseñarnos cómo evolucionar.
Hoy me dicen otros amigos que al alejarse aquel ex amigo me liberó de un karma: el de soportar sus bravuconadas, su lenguaje soez, su prepotencia, su irrespeto hacia los demás, su intención de aventajar a otros pasando por encima de su dignidad… Sí, siento que así fue.
Cuando las personas no han tenido una mínima formación humanística, así será su desempeño siempre; aunque hayan coronado seis décadas de vida o más. Será inútil tratar de enderezar sus pasos –aunque se les dé buen ejemplo- puesto que su “disco duro” ya no tiene forma alguna de “formatearse”, de reprogramarse. No admiten cambio alguno. Menos cuando se han llenado de ufanía, aunque no tengan méritos; sólo aprovechamiento de oportunidades nunca trabajadas a conciencia.
Desde aquel incidente infantil, protagonizado por un hombre entrado en edad madura, pero sin madurar, gané en tranquilidad y en sosiego. Ya no tengo razones para abochornarme ante otros seres humanos, porque ya no está quien insultaba a los conductores porque sí y porque no; ya no siento vergüenza ajena por su atrevimiento y desfachatez. Quise ayudar a cambiar esa tipología de conducta pero el universo, que es muchísimo más inteligente que todos los terrícolas, decidió poner un argumento baladí en aquella testa inmadura, y lo quitó de mi campo de energía. Ahora ese campo lo tengo libre para otros menesteres.
Lo que nos ocurra debe admitirse, aunque en ocasiones nos sorprenda; y aunque sea lo que menos esperábamos. Al aceptar los hechos maduramos, crecemos, evolucionamos. Pasamos la página y avanzamos a otro terreno, donde muy seguramente otras circunstancias más halagadoras nos sorprenderán, para bien nuestro. Entonces es cuando cobra majestad la expresión de Violeta Parra, en la canción interpretada por Mercedes Sosa: ¡Gracias a la vida, que me ha dado tanto!
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ASÍ FUE LA PRIMERA COMUNICACIÓN
TELEGRÁFICA
Instalación
de una línea telegráfica. Tal. P. Shaffner. The telegraph
manual: a complete history and description of the semaphoric, electric and
magnetic telegraphs of Europe, Asia, Africa and America. New York, Pudney &
Russell Publishers, 1859.
Llave
telegráfica construida por Alfred Vail y utilizada por Samuel Morse en 1844.
Manipulador
telegráfico colombiano para práctica de transmisión. ca. 1880. Cortesía de
Santiago Díaz Piedrahita, Colección particular. Fotografía Mariana Rodríguez
Ruiz.
Guillermo
Marconi (1874-1937).
Modelo
de transmisión telegráfica, ca. 1865. Colección Museo Nacional de Colombia.
Reg. 868.
Circuito
telegráfico (llave o manipulador, registro y sonante) y código Morse, 1877.
Biblioteca del Congreso, Washington.
Telégrafo
óptico, finales del siglo XVIII.
Estación
telegráfica. Transmisión. A. Ganot. Course de physique. Chez L’Auteur-editeur,
París, 1881.
Estación
telegráfica. Recepción. A. Ganot. Course de physique. Chez L’Auteur-editeur,
París, 1881
Llave
o manipulador telegráfico vertical, fabricado por J.H. Bunnell & Co. Nueva
York, 1881. Fotografía Mariana Rodríguez Ruiz. Colección particular.
Instalación
de alambre telegráfico subfluvial. Tal. P. Shaffner. The telegraph
manual. New York, Pudney & Russell Publishers, 1859.
Gutapercha
(Palaquium gutta). Látex inelástico natural derivado de la savia de árboles del
sudeste asiático. Muy utilizado en el siglo XIX, entre otros, como aislante en
las líneas telegráficas submarinas.
Telegrama de 1899. Colección particular.
La
historia de la primera comunicación telegráfica en el país es tan interesante
como el desarrollo que nunca imaginó el visionario de Manuel Murillo Toro en el
campo de las telecomunicaciones.
El primero de noviembre de 1865, el ingeniero
William Lee Stiles envió el primer telegrama de la historia colombiana desde el
municipio de Cuatro Esquinas a la Capital de la República, dirigido al
presidente de la época, Manuel Murillo Toro.
Su texto decía lo siguiente: Telégrafo Eléctrico
Colombiano. Cuatro Esquinas, primero de noviembre de 1865, a las cinco de la
tarde. El telégrafo eléctrico ha subido a los Andes Colombianos y envía su
primer saludo al digno Presidente de esta República, señor Manuel Murillo Toro,
que tanto empeño ha mostrado para dotar a su país con este progreso.
Pueda la paz cubrir con sus alas bienhechoras toda
la extensión de este hermoso país y darnos el aliento necesario para prolongar
este alambre telegráfico, antes de dos años, desde la altiplanicie de Funza
hasta las riberas del Atlántico. Por lo cual sigamos las cosas que son de paz .
Epístola a los Romanos. Cap. 14 Vx.9. William Lee Stiles, administrador .
Primeros sonidos A través de este pequeño aparato
transmisor y receptor que consta de una pila con dos láminas, una de cobre y
otra de zinc, colocadas en una vasija de vidrio sumergida en ácido sulfúrico,
se hizo la primera comunicación telegráfica en el país.
En esta población, que posteriormente llevó el
nombre del general Mosquera, para honrar al fundador de los Estados Unidos de
Colombia, Stiles recibió la respuesta inmediata del presidente.
Los sonidos fueron transmitidos por un hilo
electrizado que él convierte primero en rayas y puntos y luego en letras y
palabras.
Este es el texto de la respuesta: Bogotá, primero
de noviembre de 1865. El Presidente de Colombia al señor Stiles, constructor
del telégrafo colombiano, en Cuatro Esquinas. Gracias muy sinceras, señor
Stiles, compañero del inmortal Morse. El nombre de usted será grabado con buril
eterno en los anales de nuestra patria, como importador de uno de los más
notables inventos del presente siglo.
Reciba usted mis congratulaciones por el feliz
éxito con que van coronándose sus esfuerzos y los del gobierno. Paz a los
hombres de buena voluntad y gloria para los obreros de la civilización
cristiana. Manuel Murillo Toro .
Cómo se gestó? Pero lo que sería la primera
comunicación telegráfica en Colombia se vino gestando de tiempo atrás.
El 27 de mayo anterior, por orden del presidente de
la Unión Colombiana, Manuel Murillo Toro, el cónsul en Nueva York, Fernando
Párraga había contratado la construcción de un telégrafo eléctrico que uniera a
la capital de la República con sus principales puertos sobre el río Magdalena,
Honda, Nare y Ambalema, el primer productor de tabaco del país.
Hasta ese entonces apenas había en los Estados
Unidos de Colombia una sola línea telegráfica de 85 kilómetros que unía los
puertos de Colón y Panamá.
La Compañía Constructora del Telégrafo Eléctrico
Colombiano se constituyó con un capital de 50.000 pesos, dividido en acciones
de 10 pesos y se conformó por el Estado colombiano que aportó el 50 por ciento
de las acciones y por los señores Enrique I. Davidson, William Woosley y
William Lee Stiles, que aportaron la otra mitad.
Los señores Camacho Roldán & Cía, Obregón
Hermanos, Ujueta & Posada y Muñoz y Cía, comerciantes colombianos
establecidos en Nueva York, tomaron acciones por 1.600 pesos.
Después de 130 años de historia, las
telecomunicaciones colombianas han entrado en una nueva etapa, la de su pleno
desarrollo y evolución tecnológica sin fronteras. El momento sigue siendo el de
los visionarios.
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CÓMO ENTRETENER A TUS HIJOS EN LAS
VACACIONES
ESCOLARES
Me acabo
de sentar en una cafetería a a escribir esta columna y a mi lado izquierdo hay
una mamá con tres niños pequeños e inquietos. Se suben a las mesas, corren por
todo el lugar y están alterando la paz de los clientes, quienes los miran con
cierto desprecio. Hay muchos con caras de pocos amigos. ¿Cómo se le ocurre
traer a estos “monstruos” a un lugar donde reina el silencio? Trato de hacer
contacto visual con ella, para expresarle mi solidaridad. De forma tácita
quiero decirle: “Te entiendo, terminó la escuela y tienes a los niños todo el
día en la casa, los campamentos de verano están muy costosos y a veces no queda
mas opción”.
Ser mamá
y papá es muy difícil. Criar a un
hijo requiere una paciencia infinita, pero también, como sociedad, tenemos la
responsabilidad de facitarle esta tarea a los padres. Recordemos que ¡los niños
son el futuro del mundo!
No es
fácil planificar qué haremos con nuestros hijos durante el verano. Que termine
la escuela, en ocasiones nos puede producir una jaqueca. Son muchas horas y
días libres. Sin embargo, quisiera decirle a la mamá de estos tres pequeños y a
todas las que estén en su situación que una de mis recomendaciones es que en
las primeras horas del día traten de llevar a sus hijos a espacios abiertos.
Los niños se despiertan llenos de energía y no puedes pretender que estén
quietos y tranquilos en un lugar pequeño. Cuando dejas que gasten toda su
energía en las primeras horas de la mañana, el resto del día van a estar más
tranquilos en casa.
En mi
vecindario, conozco padres que se organizan y hacen unos campamentos de verano
entre amigos. Semanalmente reúnen entre 5 y 7 niños en cada casa y se van
turnando los hogares a lo largo del verano. A veces, los niños, se portan mejor
cuando están con amigos que cuando están solos.
En lo
personal siempre trato de invitarles a un amigo. Para mí es una garantía
de que se portarán bien y podré ver mis partidos de fútbol tranquilo. De lo
contrario, pasan todo el día sobre mí, diciéndome que están aburridos. Lo
otro que puedes hacer es averiguar las actividades de verano de tu comunidad.
Prácticamente todas las ciudades tienen programas de verano gratuitos o a
precios muy moderados. Lo importante es que sepas que no eres la única mamá o
papá que se aterroriza cuando termina la escuela. Hay que tomarlo como una gran
oportunidad de que tus hijos experimenten actividades nuevas.
¡Caramba!
Mientras escribo, el niño más pequeño – de los hermanitos que están en la
cafetería- casi derrama mi café sobre mi computadora porque está corriendo por
todos lados.
En estos
momentos la mamá se está retirando con los tres niños.
Los amarró como pudo en el coche triple y salió. Todos los clientes
se miran aliviados, -incluyéndome-. Si ese cafése hubiera derramado en mi
computadora con seguridad no estarías leyendo esta columna.
¡Disfruta
tu verano!
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Espero que hayan disfrutado de su Contenido, hasta pronto…
La información e imágenes publicadas en esta revista están
extractadas de la Internet, principalmente de Google,
EL COLOMBIANO, El Barquero de EJE 21, EL TIEMPO, EL ESPECTADOR,
EL CAMPANARIO, LA BARCA DE CALDERÓN, EL OBSERVATORE
ROMANO,
de la página no censurada de JUAN GUERRA, CLARIN desde Argentina,
EL UNIVERSO desde Ecuador, EL INFORMADOR desde Santa Marta, PORTAFOLIO, Juan Gossaín, DINERO, DIARIO DE AMÉRICA, PERIODISMO
SIN FRONTERAS y demás prensa lo mismo que los correos que llegan
vía email. Si hay algún error o queja, se pueden contactar con nosotros
en:
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del Director de OJO AVIZOR. QUEREMOS PRECISAR QUE, NOSOTROS NO PLAGIAMOS Y LO ÚNICO QUE HACEMOS CON TODO RESPETO, ES REPRODUCIR LOS COMENTARIOS U ARTÍCULOS QUE POR SU
INTERÉS RESALTADOS EN NUESTRA REVISTA, RECONOCIENDO
QUIEN ES EL AUTOR DEL MISMO Y QUE AMERITE QUE SEAN
RECONOCIDOS.
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