viernes, 7 de agosto de 2020


NÚMERO 411     ( 7- 2020 (VIERNES)

 FUNDADO EN AGOSTO 12/2012.

 Director
 Bernardo A. Rendon  Restrepo
 Asesor en Propiedad Horizontal
 Periodista: TP. # 11.119, Resolución
 3647- Febrero 3 1992
 Emanada del Ministerio de Educacion Nacional
 Bogotá D.E


 Editora y Asesora

 Alba Hoyos Botero 







LA MEJOR FORMA PARA FASTIDIAR A TUS ENEMIGOS

Tienes enemigos y quieres que paguen por todo el mal que te han hecho? Tengo un plan para que puedas fastidiarles la vida.
Ha llegado el momento de la revancha. Todo el mal que te hayan en hecho en tu vida, lo vas a devolver multiplicado por 100. Ha llegado el día donde tus enemigos van arrepentirse de haber cruzado su camino con el tuyo. Espérate un momento. No sigas, párate ahí.
Tengo una regla en mi vida. No tengo que ser amigo de todo el mundo pero tampoco busco tener enemigos. He aprendido mis lecciones y no tengo necesidad de perder mi tiempo con batallas donde no hay ganadores.
Cuando más trabajas y más cosas haces, más probabilidad tienes de que habrá personas que se molesten por ello. Da igual si tienes éxito o no, si te lo mereces o has tenido suerte. En ocasiones no es racional. Les molesta tu cara, tu voz, tu forma de vestir, gestos o cualquier otra chorrada. Algunos hablarán detrás de tu espalda, otros te pondrán a parir por redes sociales y los más respetables te lo dirán a la cara. ¿Qué haces en este momento?
Te lo diré. No vas a perder ni un solo segundo en convencerles de que tú eres mejor de lo que piensan. No vas a gastar ni una sola caloría para trabajar en planes que tienen como objetivo hundirles. No te esforzarás ni un breve instante en encontrar ropa sucia que hundirá la reputación de tus adversarios. No harás nada de todo esto.
Te digo lo que harás. Seguirás trabajando como un obsesionado para realizar tus sueños. Invertirás 10, 12, 14 o 16 horas al día si es necesario durante 5-7 días cada semana para estar más cerca de tu meta. Utilizarás toda esa energía para empujar del carro, para hacer cosas grandes, para marcar la diferencia en los que te rodean y dejar huella en los que te llegan a conocer. Harás todo eso con una dulce sonrisa en tu cara porque sabes que tu éxito será su fracaso y que no hay nadie excepto tú mismo que lo podrá cambiar.
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DESARMA A TU ENEMIGO: 5 PASOS PARA TRANSFORMAR A PERSONAS CONFLICTIVAS

¿Te gustaría ver como de pronto cambia esa persona que te hace la vida imposible? Si ya no aguantas a tu vecino, compañero de trabajo, familiar, tu pareja, tu hijo  o a quien sea, es que quizá necesitas empezar a emplear una estrategia diferente en tus relaciones. A decir verdad, y siendo honestos, si definimos la palabra enemigo diríamos que es alguien que no es tu amigo o tu compañero, es decir, alguien en quien no puedes confiar, compartir lo que te gusta y que te puede hacer la vida no grata, difícil y hasta conflictiva, así que cualquier persona a nuestro alrededor podría ser nuestro enemigo, lo cual no suena tan lindo, sobre todo cuando se trata de personas con las que convivimos diariamente o resultan ser parte de nuestra familia.

Desarma a tu enemigo: 5 pasos para transformar a personas conflictivas

TRANSFORMANDO A TU ENEMIGO

por otro lado estamos admitiendo que …¡somos víctimas del otro! Y entre más juguemos el papel de víctima, mas alimentamos a nuestros enemigos. Así que tendríamos que empezar a observar cuanto poder le hemos dado a nuestro enemigo admitiendo que el tiene el poder sobre nosotros.
Tu tienes el poder de tu realidad
Nosotros somos responsables de nuestras alegrías, tristezas, enojos, miedos, etc. En realidad, las otras personas no pueden hacernos sentir ni mal ni bien: uno ya se siente mal, inseguro, intolerante, etc., y entonces lo único que puede hacer el otro es movernos nuestras inseguridades o nuestra falta de amor o aprecio por lo que somos.
El poder de tu enemigo
Un enemigo tiene poder en nosotros sólo cuando lo consideramos responsable de nuestra alegría o de nuestra paz. Si tú admites que el otro es responsable de tu alergia y tu paz, y que puede quitarte esto con una mirada, una palabra o una acción, entonces tu mismo le das fuerza.  Así que lo primero que debes entender es que tu felicidad y paz dependen de ti, de cuanto te conozcas y hayas aprendido a quererte, respetarte, amarte, etc.
5 pasos para desarmar poco a poco a tu enemigo
1.    No contestes la agresión: si cada vez que alguien te hace un agravio, te ve o te contesta “mal”, etc., tu contestas, entonces lo único que provocas es alimentar el juego. Si en un juego de futbol tu no respondes la “pelota”, el juego no tiene sentido y el otro tendrá que dejar de jugar.  Así pues, no respondas. No creas que por esto el otro pensara que eres débil o que “te dejas”. A decir verdad, nos tiene que dejar de importar lo que el otro piense, lo que importa es lo que tu deseas lograr en tu vida, y si quieres una vida más en paz y grandiosa, tendrás que dejar de jugar juegos pobres que no tienen sentido y no te llevan a ninguna parte.
2.    Si te sientes muy enfadado por lo que alguien te hace, dice o piensa de ti, se vale enojarte. Es importante que no evadas lo que sientes y que reconozcas tus emociones mas sinceras. Así que, aunque no le contestes, permítete sentir ira o furia, si guardas estos sentimientos o los niegas o controlas o finges que “no te importa” o “No vale la pena”, no estarás retroalimentándote y llegara un momento en que se llene el vaso de tu paciencia y te desesperes o saques de quicio con alguna leve provocación. Desahoga estos sentimientos en tu cuarto o en algún lado donde puedas expresarte a solas.
3.    Aprende a dirigir tu atención a las cosas que si quieres, recordando que nadie realmente puede hacerte feliz sino tu mismo, y que si no te empeñas en poner atención a lo que te hace feliz y a tener fuerte voluntad por manifestar tus sueños, entonces siempre habrá quien te mueva el tapete con juegos pobres y tengas que invertir tu energía en crear problemas sin sentido.
4.    Una de las formas más eficaces para romper el juego del “enemigo” es que lo veas como alguien que te quiere enseñar algo de ti en lugar de verlo como alguien que te trata mal. Si cuando te hace o dice algo, tu te observas a ti mismo, entonces podrás reconocer si lo que dice es cierto o no, y a partir de ahí aprender a observarte. Por ejemplo, si te dice tu oponente que eres un “imbécil”, entonces obsérvate y ve si en verdad eres lo que se te dice. Si sientes que has cometido un error o que actuaste de forma impulsiva o agresiva, entonces quizá puedas poco a poco ir teniendo la humildad de reconocer tu actitud y de cambiarla. Y quizá entonces puedas decirle a tu enemigo “Gracias por mostrarme esto de mi”. Y entonces, dejaras a tu oponente desarmado y sin más, incluso podrás apenarlo un poco si es que te ha dicho esto como un agravio. Por otro lado, si vez que tu oponente no tiene razón en lo que dice, entonces no tienes porque enfadarte, pues solo nos puede enfadar lo que consideramos una verdad en nosotros.
5.    Trata de darle a tu oponente lo que más quieras que te den a ti. Si quieres que el sea amable, lindo o que te respete, trata de hacerlo tú mismo para con él o ella. Veras cuán difícil es dar algo cuando no lo sentimos. ¿Y sabes por qué no lo sientes? Porque tendrás que empezarlo a dar a ti mismo primero, porque si ya lo tuvieras no lo tendrías que ir a pedir a tu oponente. No generes altas expectativas con las personas, recuerda que cada quien hace lo que puede, si te estas relacionando con alguien que te agrede es porque quiza tambien tu necesitas desarrollar mas amor, compasión y comprensión por los emás.
Sigue estos 5 pasos y veras que poco a poco, a medida que tu te transformas y aprendes de tu enemigo, este simplemente o, desaparece de tu vida, o se vuelve una persona más afable en tu vida.
COMO VENCER A UN ENEMIGO SEGÚN EL BUDISMO ZEN
Cómo vencer a un enemigo según el budismo zen
Las filosofías orientales tienen una idea del combate muy diferente a la que hay en Occidente. Para muchas de esas líneas de pensamiento, vencer a un enemigo no es anularlo, eliminarlo o destruirlo. Para ellos, ganar equivale a neutralizar a quien quiere hacernos daño. Y, si es posible, convertirlo en nuestro amigo.
Esta perspectiva puede sonar muy extraña para nuestra cultura. Desafortunadamente, en general se asocia la victoria sobre nuestros contradictores como un triunfo que debe hacernos felices. Esto se debe a que prima la idea de que son más
importantes los resultados que los procesos, o más importante la exaltación personal que el crecimiento conjunto.
El problema es que vencer a un enemigo por la vía de anularlo o dañarlo suele ser un triunfo temporal y muy relativo. En el fondo, estamos alimentando a ese enemigo externo y nutriendo la parte más 
negativa de nosotros mismos. Quizás podemos obtener una satisfacción inmediata o algún bien específico, pero al mismo tiempo habremos fortalecido todas las emociones destructivas en nosotros mismos y en los demás.
LAVICTORIA COMPLETA SE PRODUCE CUANDO EL EJERCITO NO LUCHA, LA CIUDAD NO ES ASEDIADA, LA DESTRUCCION NO SE PROLONGA DURANTE MUCHO TIEMPO, Y EN  CADA CASO EL ENEMIGO ES VENCIDO POR EL EMPLEO DE LA ESTRATEGIA.
SUN TZU
VENCER A UN ENEMIGO INTERNO O EXTERNO
Los enemigos pueden ser externos o internos. El zen nos dice que los enemigos internos son mucho más peligrosos y destructivos que los enemigos externos. Tales enemigos internos son la ira, la soberbia, el odio, etc. Todas esas pasiones son capaces de cegarnos y llevarnos a cometer verdaderas locuras. Acciones que van totalmente en contra de nosotros mismos.
Los enemigos externos, en cambio, tienen un poder limitado sobre nosotros… a menos que les otorguemos una presencia desmedida en nuestras vidas. Precisamente ellos comienzan a ganarnos cuando logran activar nuestros enemigos internos. Bajo estados de enojo o de odio perdemos la principal herramienta con la que contamos: nuestra inteligencia.
Por lo tanto, los orientales nos enseñan que no es posible vencer al enemigo externo sin haber conquistado primero al enemigo interno. Si esto no se logra, quedamos completamente sujetos a la influencia y la determinación de nuestros enemigos externos. En pocas palabras, les damos un primer triunfo.
monje pensando cómo vencer a un enemigo
EL VERDADERO ENEMIGO
La filosofía zen también nos invita a analizar cuál es el verdadero enemigo. Plantean que este no es realmente esa persona invadida por la envidia, el egoísmo o la ambición y que quiere hacernos daño. En el fondo, a lo que nos enfrentamos es a la envidia, al egoísmo, a la ambición o a cualquiera de esos sentimientos destructivos. Y tales sentimientos y pasiones están dentro del otro, pero también pueden habitar en nosotros mismos.
En ese sentido, vencer al enemigo es vencer esos sentimientos y emociones básicas, independientemente de quién sea su portador o cuáles sean sus intenciones. Para los budistas zen, cada uno de nosotros contribuye a crear más orden o más caos en el universo, dependiendo de cómo actuemos.
El conflicto conduce al caos. Y el caos termina, tarde o temprano, afectándonos también a nosotros. Toda acción genera una reacción y las acciones de 
odio incrementan el odio. El zen llama a conquistar al enemigo, no a vencerlo. El conflicto siempre es innecesario y desgasta demasiado. También trae mayor decadencia al mundo.
Monje pensando cómo vencer a un enemigo
VENCER AL ENEMIGO
Según el zen, todas las acciones dirigidas a vencer al enemigo deben estar pensadas en pos del objetivo de neutralizarlo. Esto es, bloquear sus posibilidades de acción. Pongamos un ejemplo. Si una persona hace un comentario ofensivo y tú no permites que eso te ofenda, has neutralizado a ese enemigo. Si buscan dañarte y tú interpones a la comprensión delante del rechazo, comenzarás a construir el obstáculo para bloquearlos.
Esto es imposible de lograr si antes no hemos trabajado lo suficiente en nosotros mismos. Ese trabajo consiste en tomar cierta distancia de esas pasiones y sentimientos negativos. También en llenarnos de compasión y ser capaces de ver las carencias y las limitaciones de quienes andan por la vida queriendo hacerle daño a otros.
Así como en el zen, en las artes marciales también vence quien logra evitar el combate. Si las dos partes sacan fruto del enfrentamiento, entonces podremos hablar de victoria. La estrategia se basa en conseguir que el enemigo se dé cuenta de que está gastando sus fuerzas innecesariamente. Que su lucha es inútil porque su odio finalmente no daña al otro, sino que solo le lleva a desperdiciar su energía.

CUANDO TU PEOR ENEMIGO ERES TU MISMO.

Cuando tu peor enemigo eres tú mismo

En muchas de nuestras experiencias nos hemos sentido maltratados y humillados, algo que creemos haber superado cuando realmente no es así. Cuando pasa el tiempo, y ese maltrato desaparece, nosotros empezamos a ejercerlo contra nosotros mismos sin ser conscientes de ello, convirtiéndonos en nuestro peor enemigo.
Debo ser bueno, humilde, complaciente; porque creo no valgo nada y no me merezco nada  porque considero que es mi deber aunque nunca lograre dar la talla
Es aquí cuando debemos darnos cuenta de cómo somos realmente. Personas con una muy baja autoestima, llenas de inseguridades, de frustraciones, de miedos, de culpas…
Si te cuesta muchísimo valorarte, aceptarte y reconocer que eres capaz de lograr y conseguir todo lo que los demás ya han conseguido y logradoprobablemente te estés convirtiendo en tu propio enemigo.
PUEDES ELEGIR SER TU PEOR ENEMIGO O NO
Mujer ante una careta reflejando si es su enemigo
Tú peor enemigo no son los demás, sino que todo está en tu mente. ¿Cómo puede ser esto posible? ¿Cómo puedo ser yo mi propio enemigo? Todas las críticas que puedas recibir, las humillaciones, las opiniones, los juicios que realizan sobre ti… Todo esto, puede ser aceptado por ti o no.
Tu peor enemigo no son las críticas que recibes sino aquellas que aceptas.
En ti está ese poder de decisión. ¿De verdad crees que lo mereces? ¿Estás de acuerdo con lo que dicen los demás? Asumir algo por el simple hecho de ser aceptado por los demás, te provoca una baja autoestima y que tú seas tu propio enemigo.
Es cierto que estar rodeado de opiniones diversas te hace dudar de quién eres realmente. Por eso, es necesario que te apartes de todas estas personas para poder reflexionar sobre quién eres. Una vez lo sepas, podrás enfrentar todas esas opiniones y juicios de una forma mucho más segura.
¿Cómo puedo empezar a dejar de ser mi peor enemigo?
·         Acéptate y estate seguro de quién realmente eres.
·         Cuestiona todo mensaje negativo que llegue sobre ti.
·         Aprende a equivocarte.
·         No intentes agradar a todo el mundo.
Es difícil empezar a dejar de ser tu propio enemigo, pero esto es algo que solo se encuentra en tus manos. Debes estar seguro de quién eres y no dejar que las opiniones de los demás te digan quién debes ser.
Tienes que empezar a ver las equivocaciones no como un lastre y una vergüenza, sino como algo de lo que se aprende para ser mejor después.
Todo el mundo se equivoca, pero eso hace que te sientas humillado. Empieza a pensar que no hay aprendizaje sin equivocación. De los errores se aprende más de lo que crees.
Quién soy yo?

Mujer pensando en su peor enemigo 

Esta es una pregunta muy simple, pero verdaderamente difícil de contestar. ¿Sabes quién eres realmente? Si es así, ¿por qué te afectan tanto las críticas de los demás?
Debes aprender a no compararte con los demás, a confiar en ti mismo y no dejarte llevar por lo que los demás puedan decir. Tú eres único, irrepetible, irreemplazable, con defectos, pero también con habilidades.
Realmente sabes dónde están tus enemigos? ¿en el mundo que te rodea o dentro de ti? ¿A quien estas escuchando? ¿a la voz de la obsesión que te habla de fatalidad y fracaso? ¿a la voz quejosa y autoritaria que enjuicia cada paso que das?
Ten confianza, cree en ti mismo y no te permitas ser como los demás quieren que seas. Ser tú mismo te ayudará a alcanzar la felicidad que todos ansiamos.
Tus decisiones son las que marcarán tu vida a partir de hoy. ¿Quién va a decidir en tu vida? ¿Tú o los demás? Sé un poco egoísta contigo mismo y aléjate del qué dirán. Tu vida es tuya, y tú decidirás cómo vivirla.

Piensa que la confianza que tengas en ti mismo te permitirá avanzar, probar, experimentar. Mientras que si no tienes confianza en ti mismo, las inseguridades aparecerán. Pregúntate hacia dónde estás conduciendo tu vida. ¿Quieres llegar a ser tan perfecto que al final eso acabe contigo? En la 
perfección no está la respuesta.
Sé natural, intenta progresar, comete errores, aprende y vive tal y como eres. Libérate de todo aquello que te dicen, que te bloquea y te paraliza. Sé libre de todo ello y camina. Nunca te permitas ser tu propio enemigo.
El arte de estar bien con uno mismo no tiene precio

El arte de estar bien con uno mismo no tiene precio

Estar bien con uno mismo no tiene precio. Tal artesanía psicológica requiere de dos logros: reconciliarnos con el pasado para apagar ciertas decepciones y dejar de obsesionarnos en el futuro para calmar ansiedades. Sentirse bien es, por encima de todo, aprender a pensar de forma adecuada, centrándonos en un presente donde dar forma a una paz interna que nadie debería perturbar.
Seguramente todos estamos de acuerdo con estas afirmaciones. Sin embargo ¿por qué nos cuesta tanto hallar este equilibrio interno donde sentirnos plenos, donde disfrutar de lo que tenemos y de aquello que nos caracteriza? Lo queramos o no siempre hay algo que falla, algo que nos chirría y que nos impide experimentar un bienestar perdurable, ese que no caduca y se mantiene firme vengan vientos o mareas.

Ser uno mismo en un mundo que constantemente trata de que no lo seas, es el mayor de los logros”.

El mundo de la psicología ha enfocado siempre sus esfuerzos a facilitarnos ese mismo objetivo. Sin embargo, y todo hay que decirlo, sus inicios fueron algo complejos. Durante mucho tiempo, sus teorías y estrategias buscaron entender casi en exclusiva el universo más patológico. No fue hasta finales de los años 70, cuando figuras como Martin Seligman o Aaron T. Beck generaron un cambio revolucionario a la vez que inspirador.

Martin Seligman, conocido por sus estudios sobre la depresión y la indefensión aprendida, pensó que era necesario dirigir el campo de la psicología hacia una nueva vertiente: la felicidad. Aaron T. Beck, por su parte, pionero en la terapia cognitiva, nos enseñó también algo primordial: para estar bien con uno mismo es necesario un cierto filtro positivo a la hora de mira hacia fuera… y también hacia dentro.

chico ante un lago que practica el arte de estar bien con uno mismo

LA ACEPTACIÓN, CLAVE DE BIENESTAR PERSONAL
Decía Epicteto en su «Manual para la vida» que a menudo las personas nos empeñamos en querer que la vida se ajuste a nuestros deseos. Es un empeño casi infantil, y por imposible capaz de generar una elevada frustración, de ahí que quien fuera el estoico más representativo de su época nos recomendara que aprendiéramos, simplemente, a desear las cosas tal y como son.
El arte de estar bien con uno mismo es por tanto la práctica de la aceptación. Ahora bien, aceptación no es sinónimo de pasividad ni de resignación. El truco, en realidad, es más fácil de lo que parece y requiere que invirtamos nuestros esfuerzos en una serie de logros:
·         Acepta el lado negativo de las cosas tan pronto como sucedan para tener la oportunidad de tomar el control y generar cambios. Por ejemplo, es esencial que seamos capaces de percibir rápidamente nuestros pensamientos limitantes y negativos antes de que estos consigan dominar nuestra mente y nuestros enfoques por completo.
·         Acepta lo que eres, acepta tu historia pasada y presente, acepta a esa persona que cada día se refleja en tu espejo con sus virtudes y sus defectos e intenta validarte sin necesidad de esperar a que los demás lo hagan por ti.

Mujer sujetando una nube que practica el arte de estar bien con uno mismo

Estar bien con uno mismo implica saber practicar un tipo de aceptación donde tenemos un control activo sobre nuestros pensamientos. Puede que lo que nos rodee e incluso las personas que forman parte de nuestro contexto más próximo no actúen siempre como deseamos. Sin embargo, nada de eso debe exasperarnos, porque si hay calma en el interior, si hay amor propio y equilibrio, no hay nube que apague el sol que llevamos dentro.
ESTAR BIEN CON UNO MISMO, EL ARTE DE LA APRECIACIÓN PERSONAL
La apreciación personal es un ejercicio tan útil como desconocido. Uno lo puede descubrir con el tiempo, justo cuando percibe que lleva mucho tiempo descuidándose y alberga la sensación de que es casi como ese peón en un tablero de ajedrez, en principio con poco valor y del que nadie se acuerda. Queremos ser la «Dama», pero para ello es necesario recordar lo que valemos y qué papel jugamos en la partida de la vida.
Todo ello lo podemos conseguir mediante una apreciación personal inteligente, es decir sintiéndonos partícipes de cada cosa que hacemos y satisfechos con cada acto que llevamos a cabo. De este modo, y si antes hablábamos de tener un mayor control sobre nuestros pensamientos, ahora es momento de aprender a valorarnos a través de nuestras dinámicas cotidianas.
Veamos algunos ejemplos.
·         Estar bien con uno mismo implica ser selectos con las personas que elegimos, con aquellas que formarán parte de nuestro viaje.
·         Estar bien con uno mismo significa también tener sensación de auto-eficacia, apreciarnos a nosotros mismos por nuestros aciertos y pequeños logros cotidianos.
·         Significa también ser consecuentes con aquello que decimos y hacemos, con aquello que deseamos y aquello que llevamos a cabo.
   Chico en el interior de un círculo de libros que practica el arte de estar bien con uno mismo
Asimismo, tampoco podemos descuidar algo importante: estar bien con lo que se es y lo que se tiene se relaciona ante todo con la comodidad. Porque la sensación de libertad y agilidad que apreciamos en algunas personas, incluso a trocitos en nosotros mismos, nace de la falta de peso sobre sus espaldas.

Nada es tan satisfactorio como esa sensación, la de saber que no hay lastres del ayer ni cadenas que otros coloquen a nuestros pies para entorpecer nuestros movimientos y oportunidad de crecimiento. No descuidemos por tanto ese arte de estar bien con uno mismo, una práctica que requiere de gran voluntad y determinación por nuestra parte.
Ten confianza, cree en ti mismo y no te permitas ser como los demás quieren que seas. Ser tú mismo te ayudará a alcanzar la felicidad que todos ansiamos.
Tus decisiones son las que marcarán tu vida a partir de hoy. ¿Quién va a decidir en tu vida? ¿Tú o los demás? Sé un poco egoísta contigo mismo y aléjate del qué dirán. Tu vida es tuya, y tú decidirás cómo vivirla.

Piensa que la confianza que tengas en ti mismo te permitirá avanzar, probar, experimentar. Mientras que si no tienes confianza en ti mismo, las inseguridades aparecerán. Pregúntate hacia dónde estás conduciendo tu vida. ¿Quieres llegar a ser tan perfecto que al final eso acabe contigo? En la perfección no está la respuesta.

Una vez leí una pregunta más o menos infalible para determinar si una persona está loca. La pregunta era más o menos así: Marco Polo realizó tres viajes en barco y, en uno de los tres, murió. ¿En cuál de ellos?
Lejos de pruebas un tanto romas para localizar algún problema mental (o una falta de concentración descomunal), lo cierto es que la definición de locura está en continuo debate entre los psiquiatras.
Por ejemplo, hasta 1974 la homosexualidad era considerada un trastorno mental. Después de ese año, tras superar la votación de los especialistas americanos, miles de personas dejaron de ser diagnosticados como enfermos de la noche a la mañana.
Aunque las imágenes con resonancia magnética, la genética y la biología molecular ayudan a los psiquiatras a detectar alteraciones en la forma y en la función del cerebro a fin de afinar al máximo su diagnóstico, los diagnósticos difícilmente son concluyentes pues se elaboran partiendo de determinadas agrupaciones de síntomas.
De esta manera, la línea entre salud y enfermedad sigue siendo difusa. Algo, por cierto, que interesa a la industria farmacéutica a fin de poder vender más pastillas para enfermedades que quizá no son tales. Por ejemplo ¿cuándo un niño es hiperactivo y, en consecuencia, debe medicarse? ¿Y si en muchos casos se trata de una actividad motriz excesiva que puede calmarse con una buena dosis de deporte? ¿La timidez es un rasgo del carácter o una patología social?
En 1968 se realizó un curioso experimento sobre la locura que fue publicado por en la revista Science.
David Rosenhan, de la Universidad de Stanford, en California, junto a 12 colegas suyos, se disfrazaron de vagabundos y se presentaron en distintos centros psiquiátricos. Todos ellos contaron una historia similar: que oían voces “roncas”, “huecas” y “vacías” que no entendían en absoluto.
Estos signos no se corresponden con los síntomas de ninguna enfermedad mental. No obstante, los mendigos de mentira fueron internados, y en unas semanas les dieron el alta, a la mayoría con el diagnóstico de “esquizofrenia en remisión”.
Pero hay algo más. ¿Recordáis la película de Jack Nicholson El nido del cuco, basada en una novela de Ken Kesey del mismo título? Pues pasó algo parecido. Los falsos pacientes fueron atiborrados a pastillas durante esas semanas de internamiento. En total: 2.100 comprimidos de los preparados más diversos.
Con todo, lo más esclarecedor fue la segunda parte del experimento. Enviaron a 193 enfermos mentales auténticos. El 10 % fue expulsado del centro bajo el pretexto de que estaban más sanos que una manzana.
SÍNTOMAS
·         Sentimientos de tristeza o desánimo.
·         Pensamientos confusos o capacidad reducida de concentración.
·         Preocupaciones o miedos excesivos o sentimientos intensos de culpa.
·         Altibajos y cambios radicales de humor.
·         Alejamiento de las amistades y de las actividades.
·         Cansancio importante, baja energía y problemas de sueño.
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¿QUIÉN ESTÁ CUERDO Y QUIÉN LOCO?

¿Quién está cuerdo y quién loco?

David Rosenhan
Cuando una persona tiene, por ejemplo, un brazo roto o un apendicitis, solemos afirmar que está enfermo. Y no pasa nada: la persona sigue siendo la misma hasta que finalmente se cura y nos olvidamos de la enfermedad. ¿Pasa lo mismo con las enfermedades mentales? Por ejemplo, si a alguien se le diagnostica una esquizofrenia, una vez que ha pasado, ¿está totalmente curado? ¿O queda algo? ¿Cómo se sabe una cosa así? Es más: ¿somos capaces de distinguir una persona normal (si es que ese concepto existe) de una persona con una enfermedad mental? Bien, si nosotros no, nos ponemos en manos de los especialistas: ¿saben ellos? ¿seguro? Bien, esa es la pregunta que se hizo David Rosenhan allá por el año 1972. Así que se le ocurrió una idea. Propuso a una serie de amigos así como él mismo, ir cada uno de ellos a diferentes centros psiquiátricos diciendo que oía voces. Dichas personas, los pseudopacientes, eran un estudiante de psicología de alrededor de veinte años, tres psicólogos, un pediatra, un psiquiatra, un pintor y una ama de casa. Ninguno de ellos había tenido antecedentes de enfermedad mental. En total hicieron la prueba con diferentes hospitales, un total de doce, con mejor y peor fama, públicos y privados y de diferentes estados en EEUU.
Tenían que decir que oían voces, en que oían las palabras "vacío", "hueco" y "apagado". Una vez ingresados tenían que comportarse de forma totalmente normal. No se tragarían las pastillas que les dieran, sino hacerlo ver para luego tirarlas. La cuestión era si el personal médico se daría cuenta de que no tenían realmente nada.
Pues bien, los pseudopacientes estuvieron internados una media de 19 días, 7 el que menos y 52 el que más. Al recibir el alta, los médicos dejaron bien claro que los síntomas estaban en remisión y que no estaban completamente curados. Curiosamente, los que sí se dieron cuenta fueron algunos enfermos que les decían cosas como: "Tú no estás loco: debes ser un maestro o un periodista que está estudiando este hospital".
Rosenhan publicó un artículo en la revista Science donde explicaba los pormenores del experimento. El título de aquella publicación es On Being Sane in Insane Places (Estar cuerdo en sitios de locos). Contrariamente a lo esperado, se ganó el desprecio de muchos psiquiatras.
Más aún, un hospital negó la validez del experimento y lanzaron un reto a Rosenhan: que enviara a todos los pseudopacientes que quisiera, asegurandole que los detectarían. Nuestro hombre aceptó el desafío. Al cabo de tres meses, un total de 193 personas fueron al hospital a ingresar en dicho hospital. Toda la plantilla: enfermeras, psicólogos, médicos... Todos estuvieron bien atentos.
Finalmente dijeron, con orgullo que habían reconocido a 41 impostores. Parecía que Rosenhan iba equivocado. Pero no era así. De hecho, no había enviado a nadie. Vamos, que 41 personas que podían tener algún problema y quizás grave fueron enviados a casa calificándolos de impostores.
Entonces, vista esta experiencia, ¿cuando se considera que una persona es cuerda o no? ¿Es acaso loca una persona simplemente por haber estado en una institución mental?
Da para pensar.
Y la solución a este problema no es sencilla, pues a este experiencia le podemos sacar un poco más de jugo y tiene relación con los errores de tipo 1 y 2.
Lo que había sucedido la primera vez, es un error de tipo 1, que es el sesgo de los especialistas a tomas por enferma una persona sana o un falso positivo. Sin embargo, en la segunda parte, los especialistas habían cometido un error del tipo 2, que es un falso negativo. Pero si nos ponen a preferir cuál de los errores es mejor cometer, entonces es mejor errar por el lado de la precaución, a sospechar de la enfermedad, incluso entre los sanos.
Otra cosa es que deberían planteárselo y aceptar que pueden equivocarse... y cambiar de opinión.
Cuando una persona tiene, por ejemplo, un brazo roto o un apendicitis, solemos afirmar que está enfermo. Y no pasa nada: la persona sigue siendo la misma hasta que finalmente se cura y nos olvidamos de la enfermedad. ¿Pasa lo mismo con las enfermedades mentales? Por ejemplo, si a alguien se le diagnostica una esquizofrenia, una vez que ha pasado, ¿está totalmente curado? ¿O queda algo? ¿Cómo se sabe una cosa así? Es más: ¿somos capaces de distinguir una persona normal (si es que ese concepto existe) de una persona con una enfermedad mental? Bien, si nosotros no, nos ponemos en manos de los especialistas: ¿saben ellos? ¿seguro? Bien, esa es la pregunta que se hizo David Rosenhan allá por el año 1972. Así que se le ocurrió una idea. Propuso a una serie de amigos así como él mismo, ir cada uno de ellos a diferentes centros psiquiátricos diciendo que oía voces. Dichas personas, los pseudopacientes, eran un estudiante de psicología de alrededor de veinte años, tres psicólogos, un pediatra, un psiquiatra, un pintor y una ama de casa. Ninguno de ellos había tenido antecedentes de enfermedad mental. En total hicieron la prueba con diferentes hospitales, un total de doce, con mejor y peor fama, públicos y privados y de diferentes estados en EEUU.
Tenían que decir que oían voces, en que oían las palabras "vacío", "hueco" y "apagado". Una vez ingresados tenían que comportarse de forma totalmente normal. No se tragarían las pastillas que les dieran, sino hacerlo ver para luego tirarlas. La cuestión era si el personal médico se daría cuenta de que no tenían realmente nada.
Pues bien, los pseudopacientes estuvieron internados una media de 19 días, 7 el que menos y 52 el que más. Al recibir el alta, los médicos dejaron bien claro que los síntomas estaban en remisión y que no estaban completamente curados. Curiosamente, los que sí se dieron cuenta fueron algunos enfermos que les decían cosas como: "Tú no estás loco: debes ser un maestro o un periodista que está estudiando este hospital".
Rosenhan publicó un artículo en la revista Science donde explicaba los pormenores del experimento. El título de aquella publicación es On Being Sane in Insane Places (Estar cuerdo en sitios de locos). Contrariamente a lo esperado, se ganó el desprecio de muchos psiquiatras.
Más aún, un hospital negó la validez del experimento y lanzaron un reto a Rosenhan: que enviara a todos los pseudopacientes que quisiera, asegurandole que los detectarían. Nuestro hombre aceptó el desafío. Al cabo de tres meses, un total de 193 personas fueron al hospital a ingresar en dicho hospital. Toda la plantilla: enfermeras, psicólogos, médicos... Todos estuvieron bien atentos.
Finalmente dijeron, con orgullo que habían reconocido a 41 impostores. Parecía que Rosenhan iba equivocado. Pero no era así. De hecho, no había enviado a nadie. Vamos, que 41 personas que podían tener algún problema y quizás grave fueron enviados a casa calificándolos de impostores.
Entonces, vista esta experiencia, ¿cuando se considera que una persona es cuerda o no? ¿Es acaso loca una persona simplemente por haber estado en una institución mental?
Da para pensar.
Y la solución a este problema no es sencilla, pues a este experiencia le podemos sacar un poco más de jugo y tiene relación con los errores de tipo 1 y 2.
Lo que había sucedido la primera vez, es un error de tipo 1, que es el sesgo de los especialistas a tomas por enferma una persona sana o un falso positivo. Sin embargo, en la segunda parte, los especialistas habían cometido un error del tipo 2, que es un falso negativo. Pero si nos ponen a preferir cuál de los errores es mejor cometer, entonces es mejor errar por el lado de la precaución, a sospechar de la enfermedad, incluso entre los sanos.
Otra cosa es que deberían planteárselo y aceptar que pueden equivocarse... y cambiar de opinión.
CÓMO EL MÉDICO PUEDE ENFERMARNOS O CURARNOS SÓLO CON SU ACTITUD
Una de las razones por las cuales se recurre a rigurosos ensayos clínicos para certificar la efectividad de un fármaco es que, en el proceso de la curación, intervienen muchos elementos que pueden desvirtuar el resultado. Por ejemplo, el efecto placebo: si el paciente tiene confianza en el fármaco, porcentualmente se curará más fácilmente.
También importa el color del fármaco, el tamaño, la marca, el precio que pagamos por ello… Por otro lado están las regresiones espontáneas de la enfermedad (nos curamos sin saber la razón, sin intervención médica).
E incluso el trato que nos dispense el médico puede ser importante en el resultado de una tratamiento. Y ni siquiera hace falta que el médico nos diga algo: basta con sus gestos, el énfasis en cómo nos comunica las cosas, los movimientos de cejas, las risas nerviosas, etc.
Esto lo expuso R. H. Gracely por allá 1985 en un artículo publicado en The Lancet. El experimento es ingenioso, aunque un poco difícil de entender si no se lee con atención.
Se cogió a un grupo de pacientes a los que se le iba a extraer una muela del juicio y se dividió aleatoriamente en tres grupos. El primer grupo recibió agua salina (un placebo). El segundo grupo recibió fentanilo (un analgésico opiáceo muy eficaz). El tercer grupo recibió naloxona, un fármaco bloqueador de los receptores opioides, es decir, que incrementaba el dolor.
Lo lógico sería pensar que el primer grupo notaría dolor. El segundo grupo no notaría casi dolor. Y el tercer grupo se retorcería aullando de dolor.
Pero las cosas no fueron así. Ninguno de los pacientes sabían qué clase de sustancia les habían suministrado, así que sólo podían basarse en la actitud que el médico tenía que con ellos (que sí sabía lo que estaba suministrando).
Ahora viene lo complicado: los tres grupos de pacientes fueron subdivididos a su vez en dos mitades. En la primera mitad, el médico sí que era informado de lo que estaba administrando al paciente. Pero en la segunda mitad, el médico NO sabía lo que suministraba. La segunda mitad de los doctores, pues, sabía que existía la posibilidad de estar administrando algo que redujera el dolor, pero no lo sabían a ciencia cierta.
Ahora se complica todavía más la cosa:
A los médicos del segundo subgrupo, se les mintió: se les dijo que estaban administrando o bien placebo, o bien naloxona, dos sustancia que podían no hacer nada, o podían contribuir a acentuar el dolor. Ahora bien, sin que estos facultativos lo supieran, lo cierto es que algunos de sus pacientes recibían realmente fentanilo, el analgésico. Como ya se imaginarán a estas alturas, el simple hecho de manipular lo que los doctores “creían” a propósito de aquellas inyecciones (y aun cuando tuvieran prohibido verbalizar sus creencias ante sus pacientes) contribuyó a que se apreciara una diferencia de resultados entre los dos subgrupos: los pacientes del primero experimentaron unos niveles generales de dolor significativamente menores. Tal diferencia no tuvo nada que ver con los medicamentos reales que se administraron ni (tan siquiera) con la información que los pacientes conocían al respecto: todo dependió de lo que los médicos sabían.
¿Quizá en la facultad de medicina deberían impartirse también clases de arte dramático? ¿El Oscar será condición sine qua non para aprobar el MIR? ¿Los doctores más histriónicos no necesitarán siquiera contar con medicinas para curar a sus enfermos?
Vía | Mala ciencia Ben Goldacre

¿TODOS ESTAMOS LOCOS?

 ¿Todos estamos locos?
Cada vez se diagnostican más enfermedades psiquiátricas, y cada vez parece que estemos más locos. Por ejemplo, en la primera edición del Diagnostics and Statistica Manual (DSM), del año 1952, editado por la American Psychiatric Association, se listaba 100 categorías de enfermedad mental.
En el año 2000se listaban 300
En la nueva edición del año 2012, probablemente se incluyan nuevas discapacidades para los trastornos del comportamiento sexual, y la adicción a los videojuegos.
El National Institute of Mental Health (NIMH) informa que más de una cuarta parte de los adultos padecen un trastorno mental diagnosticable en algún momento determinado de su vida.
Las investigaciones aparecidas en la publicación Archives of General Psychiatry señalan que aproximadamente la mitad de todos los americanos sufrirán una enfermedad mental durante sus vidas.
Gary Marcus explica razona en su libro Kluge que, sencillamente, nuestro cerebro funciona de una forma mucho más chapucera de lo que creíamos, tal y como os expliqué en aquí.
Estos datos tienen, naturalmente, dos lecturas. La primera, que cada vez estamos peor de la mollera. La segunda, que cada vez disponemos de mejores herramientas de diagnóstico psiquiátrico (aunque aquí hay que hay añadir una sublectura: que tal vez estamos exagerando un poco y empezando a categorizar como enfermedad mental lo que en realidad no lo es).
Abunda en ello Thomas Armstrong, autor del libro El poder de la neurodiversidad:
¿Cómo hemos llegado a esto? Ciertamente, una razón tiene que ver con el tremendo salto en el conocimiento sobre el cerebro humano que ha tenido lugar en las últimas décadas. Cada año surgen cientos, si no miles, de estudios que nos ofrecen cada vez más información acerca de cómo opera el cerebro humano. Esta información revoluciona nuestra comprensión de nuestro funcionamiento mental, y eso es algo bueno. Pero también es responsable de que nos hayamos convertido en una cultura de la discapacidad. (…) La financiación para la investigación cerebral se destina a la rueda que chirría, es decir, hay muchos estudios consagrados a estudiar lo que anda mal en el hemisferio izquierdo de los cerebros disléxicos, sin embargo, se lleva a cabo muy poca investigación centrada en el área del hemisferio derecho, que procesa las asociaciones libres de palabras y que podría ser la fuente de la inspiración poética.
Esta tendencia queda experimentalmente reflejada en un estudio de 1968 publicado en la revista Science, en el que un grupo de personas se hicieron pasar por locas, aunque sus síntomas no se correspondían con ninguna enfermedad mental específica. Sin embargo, fueron internados en distintos centros psiquiátricos. Podéis leer toda la historia en ¿Cómo saber si estás loco?

¡ESTOY RODEADO DE LOCOS!

¡Estoy rodeado de locos!

Suele ser propio de personalidades egocéntricas el considerar al resto de los mortales como tontos, raros o locos. A pesar de eso, lo confieso: a veces creo que a mi alrededor hay gente que está loca. Pero loca de verdad. No loca en plan “ay, qué locos”, sino clínicamente locos, con problemas mentales graves. A veces creo que estoy en un manicomio o en una orgía de borrachos en la que yo soy el único abstemio.
Esta sensación no es tan extraña si tenemos en cuenta que nuestros cerebros tienden a los errores más frecuentemente de lo que creemos. Desde la esquizofrenia hasta el trastorno obsesivo-compulsivo, pasando por el trastorno bipolar (también estado maníaco-depresivo), nada ilustra más elocuentemente la vulnerabilidad de la mente humana que nuestra susceptibilidad a los trastornos mentales crónicos y graves.
Algunos estudios arrojan cifras demoledoras: es posible que una cuarta parte de todos los seres humanos estén padeciendo algún trastorno clínico. Y en el transcurso de la vida, casi la mitad de la población se enfrentará a brotes de una enfermedad mental u otra.
Así que no es de extrañar que nos crucemos con alguien que sufre problemas mentales en nuestro día a día y que todavía no esté diagnosticado (ni lo esté nunca). De hecho, es muy probable que muchos de los comentarios de Genciencia estén escritos por gente desequilibrada en uno u otro grado. Incluso es posible que yo mismo esté ahora pasando por algún desequilibrio que pueda leerse entre líneas.
Empecemos por un hecho muy conocido pero quizá no del todo valorado. En general, los trastornos mentales no son anomalías aleatorias sin precedentes, propias exclusivamente de los individuos que las padecen. Más bien se componen de grupos de síntomas recurrentes.
Todos estos fallos del cerebro están bien documentados y clasificados en el DSM-IV (abreviatura de Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, cuarta edición; se prevé una quinta edición para 2011).
Desde luego, los síntomas varían de un individuo a otro, tanto en gravedad como en cantidad. Del mismo modo que dos resfriados no son exactamente iguales, dos personas a las que se diagnostica una enfermedad mental determinada no la experimentan exactamente de la misma manera. Algunas personas con depresión, por ejemplo, son disfuncionales, y otras no. Algunas personas con esquizofrenia oyen voces, y otras no.
Además, el diagnóstico no es una ciencia exacta, como bien demuestra aquel experimento que os referí sobre gente que fingía estar loca… acabaron todos en el manicomio, considerados locos de verdad. También hay unos cuantos trastornos (como el síndrome de personalidad múltiple) cuya misma existencia es controvertida.
Y además hay algunas “dolencias” que antes se consideraban trastornos y ahora, afortunadamente, ya no, como la homosexualidad, retirada del DSM-III en 1973, o la incapacidad para alcanzar el orgasmo vaginal, el trastorno de la masturbación infantil o la drapetomanía, es decir, el inexplicable deseo de fugarse de algunos esclavos… sí, manías raras de algunos.
Los trastornos mentales tienen un origen ambiental, pero también biológico, incluso inherente del funcionamiento del cerebro, así que no importa que visitemos una aldea perdida en el bosque o una gran ciudad: los trastornos mentales existen, por lo que sabemos, desde que existen los seres humanos.
Existe una gran regularidad en la formas en que la mente humana se viene abajo, y ciertos síntomas, como la disforia (tristeza), la ansiedad, el pánico, la paranoia, los delirios, las obsesiones y la agresividad descontrolada, reaparecen una y otra vez.
Al menos, como consuelo, podemos recurrir a una de mis frases favoritas, de Carlo Dossi: Los locos abren los caminos que más tarde seguirán los sabios.
Vía | Kluge de Gary Marcus
LAS 10 ENFERMEDADES MÁS FRECUENTES QUE LA CIENCIA TODAVÍA NO PUEDE CURAR
Las 10 enfermedades más frecuentes que la ciencia todavía no puede curar

1.Cáncer
Es una de las enfermedades más comunes y peligrosas de nuestros tiempos. Es el crecimiento anormal de células malignas en el organismo. Se cree que 1 de 3 personas es susceptible de padecerla. De acuerdo con la Sociedad Americana del Cáncer, 7,6 millones de personas murieron de cáncer en el mundo durante 2007. A veces, dada la incapacidad actual de la ciencia para curar los tipos de cáncer más agresivos en estados avanzados de evolución, es preferible renunciar al tratamiento curativo y aplicar un tratamiento paliativo que proporcione el menor grado posible de malestar y conduzca a una muerte digna.
A partir de la década de 1990 y con las técnicas terapéuticas disponibles, el cáncer es curable en aproximadamente el 50% de los pacientes diagnosticados.
2. Alzheimer
Enfermedad neurodegenerativa de causas desconocidas. Es una de las más difíciles de tratar y afrontar. Provoca deterioro cognitivo, trastornos en la conducta y pérdida de la memoria. El día internacional del Alzheimer se celebra el 21 de septiembre, fecha elegida por la OMS y la Federación internacional de Alzheimer, en la cual se celebran en diversos países actividades para concienciar y ayudar a prevenir la enfermedad.
Hay diferencias de incidencia dependiendo del sexo, ya que se aprecia un riesgo mayor de padecer la enfermedad en las mujeres, en concreto entre la población mayor de 85 años. Para el año 2010 la Alzheimer’s Disease International ha estimado una prevalencia de demencia del 4,7% a nivel mundial para personas con 60 años o más, representando cifras al alza respecto a varios estudios publicados con anterioridad (10% superiores a las estimadas para The Lancet en 2005).
Se ha probado la eficacia de fármacos anticolinesterásicos que tienen una acción inhibidora de la colinesterasa, la enzima encargada de descomponer la acetilcolina (neurotransmisor que falta en la enfermedad de Alzheimer y que incide sustancialmente en la memoria y otras funciones cognitivas).
3. SIDA
Fue la enfermedad del siglo XX. Causada por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), es una enfermedad infecciosa de consecuencias graves. Se han logrado grandes avances en la medicina pero aún no se conoce la cura. Al menos sí que se ha conseguido que la enfermedad sea crónica. Las probabilidades de una cura son ciertamente remotas, así que los esfuerzos de la investigación actual se centran más en conseguir algún tipo de vacuna que evite nuevos contagios.

4. Lupus


El lupus eritematoso sistémico (LES) es una enfermedad autoinmune. Es impredecible y puede provocar artritis, anemia, erupciones cutáneas, etc. Además, ataca órganos internos específicos como el riñón, los pulmones o hasta el corazón.
El lupus se presenta más comúnmente en asiáticos y africanos y es 9 veces más frecuente en las mujeres que en los hombres.Las primeras manifestaciones de la enfermedad se observan frecuentemente entre los 15 y 44 años de edad. Aunque hasta el momento no hay una cura, los síntomas se tratan principalmente con dosis bajas de corticosteroides, inmunosupresores y antipalúdicos como la hidroxicloroquina.
5.Diabetes
Generada por un desorden metabólico por el cual la persona tiene demasiada azúcar en la sangre y no produce suficiente insulina. Un segundo tipo se da porque el organismo ofrece resistencia a la insulina producida. La diabetes mellitus no es una patología única sino un síndrome, por lo cual esta denominación incluye hoy en día a su vez, a varios tipos de afecciones diferentes pero con una característica común: la hiperglucemia y sus consecuencias.
Para el año 2000, se estimó que alrededor de 171 millones de personas eran diabéticas en el mundo y que llegarán a 370 millones en 2030. Este padecimiento causa diversas complicaciones, dañando frecuentemente a ojos, riñones, nervios y vasos sanguíneos.
El Día Mundial de la Diabetes se conmemora el 14 de noviembre.
La diabetes mellitus era ya conocida antes de la era cristiana. En el papiro de Ebers descubierto en Egipto y que data al siglo XV a. C., ya se describen síntomas que parecen corresponder a la diabetes. Fue Areteo de Capadocia quien, en el siglo II de la era cristiana, le otorgó a esta afección el nombre de diabetes, que significa en griego correr a través, refiriéndose al signo más llamativo que es la eliminación exagerada de agua por el riñón, expresando que el agua entraba y salía del organismo del diabético sin fijarse en él.
6.    Ébola
Fiebre hemorrágica transmitida de los primates a los humanos que puede ser mortal. Es originaria de África y tiene una tasa de mortalidad de entre 50 y 90% de los casos. En un lapso de una semana, una erupción, frecuentemente hemorrágica, aparece en todo el cuerpo. Las hemorragias se presentan generalmente desde el tubo gastrointestinal, haciendo que el infectado sangre tanto por la boca como por el recto.
El virus está vivo en África. En el año 1976 murieron alrededor del 85% de los infectados.
El virus del Ébola no tiene cura y ningún tratamiento específico. El tratamiento que se utiliza en la actualidad es mantener la vida de la persona mediante métodos de resucitación (respiración artificial, evitando el RCP pues el virus es contagioso por la saliva) y controlar las hemorragias en la medida de lo posible. En cuanto a una vacuna, se realizan investigaciones, pero éstas se complican porque aún no se conocen todas las proteínas del virus y porque hay sólo cuatro laboratorios equipados para trabajar con un virus como éste.
7.    Asma
 
Enfermedad crónica que puede avanzar en etapas graves. Se produce en los pulmones e inflama las vías respiratorias. Si no se lleva un tratamiento adecuado puede llegar a ser mortal. Aunque se conoce que el asma es una condición causada por una inflamación crónica de las vías aereas, los componentes precisos de esta inflamación están todavía por dilucidar y sus causas son inciertas.
En los últimos veinte años se ha registrado un aumento en su incidencia debido en parte a la contaminación ambiental y las consecuencias de ésta, y en parte al aumento de la población mundial. Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud reportó que un 8% de la población suiza padecía de asma, comparado con solo 2% hace 25-30 años atrás.
8.    Poliomielitis
Enfermedad viral que ataca al sistema nervioso y puede llegar a causar parálisis total o parcial. Afecta principalmente a los niños de entre 5 y 10 años.
La enfermedad fue descrita por primera vez por el alemán Jakob Heine en 1840.
La Organización Mundial de la Salud declara que una zona está libre de una enfermedad cuando transcurren tres años sin que se dé ningún caso. En 1994, la OMS consideró a la Región de América (36 países) libre de polio, en el año 2000 lo hizo con la Región del Pacífico (37 países, incluyendo China). En 2002 se declaró a la Región Europea.
La OMS ha declarado que sólo quedan cuatro países en el mundo en que la enfermedad sigue siendo endémica: Nigeria, India, Pakistán y Afganistán. Si se consigue será la tercera enfermedad infecciosa eliminada de la faz de la Tierra. La primera fue la viruela, y la segunda la peste bovina.
9. Gripe
Es muy común y probablemente todos la sufrimos en algún momento. La causa un virus que afecta a las vías respiratorias y que siempre está mutando, lo que hace que solo lo controlemos por un determinado tiempo. Hay tratamientos disponibles que se centran en aliviar los síntomas, y también en ayudar al cuerpo a desarrollar sus defensas.
La gripe alcanza sus picos de mayor prevalencia durante el invierno, y debido a que el hemisferio norte y el hemisferio sur atraviesan esta estación en diferentes momentos existen, de hecho, dos temporadas de gripe cada año: de octubre a abril en el hemisferio norte y de mayo a septiembre en el hemisferio sur. No se sabe la razón exacta de que la gripe aparezca en esas épocas, pero se supone que la razón es que, debido al frío, la gente suele encerrarse en lugares más cerrados y el contacto interpersonal se hace más estrecho.
10.Resfriado común
Es la enfermedad más común. Después del resfriado, el enfermo desarrolla una inmunidad al virus. Sin embargo, debido al gran número de virus que existen, podemos enfermarnos nuevamente. El resfriado común está causado por numerosos virus (principalmente rinovirus, coronavirus y también ciertos ecovirus y coxsackievirus) que infectan el sistema respiratorio superior.
En contra de la creencia popular, la vitamina C no reduce ni previene los síntomas de la enfermedad.
El hábito de fumar extiende la duración de la enfermedad aproximadamente tres días de promedio. El dormir menos de siete horas diarias se ha asociado con un riesgo tres veces mayor de desarrollar una infección cuando tal sujeto está expuesto a un rinovirus, en comparación con los que duermen más de ocho horas por noche.
LO QUE NOS ENSEÑAN LOS LOCOS
Lo que nos enseñan los locos
Delimitar qué significa estar loco, e incluso localizar quién está loco, es un problema peliagudo en algunas áreas, como ya os explicaba en ¿Todos estamos locos? Por si esto fuera poco, el trastorno mental en ocasiones confiere a su poseedor extraordinarias ventajas que acaso pueden beneficiar al mundo.
“Los locos abren los caminos que más tarde seguirán los sabios”, decía Carlo Dossi. Y el filósofo Aristóteles fue más tajante hace más de dos mil años: “Nunca hubo un genio sin un dejo de locura”.
Desde los autistas que pueden contar las cerillas que se caen de una caja en un segundo, tal y como explicaba Oliver Sacks en su libro El hombre que confundió a su mujer con un sombrero (habilidad que vimos reflejada de algún modo en la película Rain Man), hasta la esquizofrenia del protagonista de la película Una mente maravillosa, John Nash.
¿Qué dice la ciencia al respecto?
John Nash
Algunos estudios científicos han sugerido vínculos entre trastornos mentales y genialidad. Por ejemplo, el gen llamado neuregulin 1, una variante que previamente se relacionó con la psicosis así como con la mala memoria y la susceptibilidad a las críticas.
En un experimento llevado a cabo por Szabolcs Kéri, investigador de la Universidad Semmelweis de Budapest, sugiere que la gente con dos copias de una variante particular de una sola letra del ADN, la del gen antes mencionado, se asocia tanto a la esquizofrenia como a la creatividad. Los que tienen una copia también tienden a ser más creativos, en general, que los que no la tienen.
También la depresión parece incrementar nuestra memoria y nuestra capacidad de resolver problemas, según un experimento de Joe Forgas, profesor de psicología de la Universidad de Nueva Gales del Sur, que consistió en situar diversos objetos junto al mostrador de la caja de una pequeña papelería de Sidney. Tal y como explica Kevin Dutton en su libro La sabiduría de los psicópatas:
A medida que salían los clientes, Forgas comprobaba su memoria pidiéndoles que recordaran la mayor cantidad de artículos que pudieran. Pero había un truco. Algunos días el tiempo era lluvioso, y Forgas difundía el Réquiem de Verdi por los altavoces de la tienda. Otros días hacía sol, y los clientes oían Gilbert y Sullivan a todo volumen. El resultado no pudo estar más claro. Los clientes que estaba de “humor melancólico” recordaban casi cuatro veces más objetos que los otros. La lluvia les ponía tristes, y su tristeza les hacía prestar más atención. ¿Moraleja de la historia? Cuando hace buen tiempo, procure comprobar bien el cambio.
De igual forma, los rasgos psicopáticos mal enfocados dan lugar a personajes como Aníbal Lecter o Al Bundy, además de otros destripadores, apuñaladores y estranguladores. Pero si se reconducen para cosas útiles, los rasgos psicopáticos producen héroes de gran fortaleza mental.
La psicopatía realmente es como un coche deportivo muy potente. Es una espada de doble filo, que sin duda corta por ambos lados.
A diferencia de los Puntos Negros, que son como psychokillers que no desaparecen, los "psychokillers" humanos pueden resultar, al menos, productivos.
UN EXTRAÑO EN TU HOGAR
Un extraño en tu hogar
Vivir con alguien que sufre algún tipo de trastorno mental es difícil. Ver como nuestro familiar, antes sano, tiene ahora dificultades para recordar cosas sencillas, no gusta a nadie.
El alzheimer es posiblemente una de las enfermedades más conocidas, pero hay otros trastornos menos frecuentes, que pueden llegar a sorprender al familiar que se encuentre con los síntomas sin conocer su origen.
Y dentro de estos, hay un grupo que tiene como punto común unos síntomas curiosos: el paciente cree que en su casa están viviendo extraños, ya sea de una forma oculta, o suplantando a alguno de sus antiguos familiares. Veamos tres de ellos.
El primero es el Síndrome o Mal de Capgras, donde el paciente cree que una persona allegada ha sido suplantada por un doble idéntico. Pensará que es el único que se ha percatado del problema (ya que nadie le dará la razón), y tratará de impostor al "extraño".

Este mal es debido a un problema de conexión entre el reconocimiento visual y la memoria afectiva. Por ejemplo, si el enfermo cree que su tía es una doble, será porque la verá, la identificará como su tía, pero en cambio no tendrá los recuerdos que conllevan la parte emocional de una relación.
En el siguiente vídeo se puede ver de una forma clara de qué trata el problema. La primera parte es una situación ficticia, seguida de la explicación teórica.

Otro trastorno de síntomas parecidos es el Síndrome de Frégoli. En este caso, el paciente pensará que de alguna forma, un familiar o persona cercana es alguien distinto, aunque también allegado.
Es decir, que un enfermo con este síndrome podría suponer que su primo es en realidad un hermano que murió y ha ocupado su cuerpo.
Y por último tenemos el Síndrome del Huésped Fantasma. La persona que sufra este trastorno, pensará que su casa está ocupada por alguien que de alguna forma, consigue ocultarse para no dejarse ver.
Aún así, el enfermo tendrá la idea delirante de que detecta a su curioso ocupante, ya sea viendo su reflejo en un espejo, escuchando el televisor encendido...
Curiosas enfermedades que poco a poco, y gracias a los avances en neurociencia, van teniendo respuestas.
(Gracias a Eduardo González por escribirnos sobre el síndrome de Capgras) Más información | Mal de Capgras (en inglés) Más información | Síndrome de Frégoli
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1 comentario:

  1. Buenos días! en mañana de sábado me tomé la revista como aperitivo, me pareció muy buena, temas interesantes para tratar en esta pandemia, el estado mental y sus altibajos, como para no desechar síntomas y alertarnos, todos los estudios que menciona el tema sin excelentes, y hay que abordarlos con seriedad. me encanto los tip de cocina! ya probe algunos! muchas gracias por el envío’ felicitaciones!

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