lunes, 14 de agosto de 2017

NÚMERO 375  AGOSTO  14- 2017 (LUNES
FUNDADO EN AGOSTO 12/2012.

Director
Bernardo A. Rendon  Restrepo
bernardorendonrestrepo@gmail.com


Editora y Asesora

Alba Hoyos Botero 
albahoyosbotero@gmail.com

Galardonados con la
1ª entrega de los premios
ANTURO


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 ¿SE PERDIÓ EL ROMANTICISMO?



La vida no es una telenovela. El noviazgo o el matrimonio son un paso serio que requiere del respeto mutuo, valorar al ser amado, comunicación, pero sobre todo, la persona debe valorarse y tenerse amor propio. Según el psicólogo Abigail Velásquez, el romance, el periodo en que las personas deben conocerse, no se cumple. Afirma que las relaciones son pasajeras, “solo es para disfrutar el momento, o se maneja como un negocio, que se consuma y cada quien por su lado”, explica Velásquez.
En las relaciones se perdió esa necesidad humana del afecto, de sentirse amado, con una caricia, un beso en la mejilla o una simple mirada. Para el psicólogo, todo eso fue cambiado por el goce sin implicación de compromisos, y eso es más común entre los hombres, agregó.
Pero esto ocurre por la falta de valores afectivos dentro del hogar. También por la falta de acercamiento de los padres para mostrar a los hijos lo necesario del amor afectivo y lo que implica la formación de un hogar: que requiere de compromisos, que tendrá altas y bajas, pero que al final dará su recompensa si desde el comienzo de la relación, la pareja realiza con pasos firmes y certeros el camino hacia el altar.

En tanto, la psicóloga Rosemarie Reyes reitera que esos valores afectivos deben ser formados en el hogar.

Le preocupa a Reyes que hoy las personas, en especial los jóvenes, lleven sus relaciones como en las telenovelas, que se encuadran en el sexo y lo material dejando lo afectivo o emocional a un lado. En las telenovelas, según Reyes, se enfocan en que el cuerpo es un bien que se puede cambiar para tener una pareja, ya sea que la quiera o no, lo que crea antivalores.

Por su parte, Velásquez manifiesta que los muchachos de hoy no quieren comprometerse por estar en todas, mientras que algunas mujeres, en ese afán de encontrar a la pareja perfecta, se equivocan una y otra vez con hombres que no las valoran, y a pesar de que ellos emiten señales “de no compromisos”, ellas insisten, dejando atrás el respeto a sí mismas y el valor que tienen.
Agregó que los mensajes que reciben los niños y jóvenes en los medios de comunicación o las redes sociales hacen que los menores tiendan a sostener relaciones apresuradas, provocando el aumento de madres de 12 y 13 años y madres solteras.

Reyes también explica que muchas veces el temor a comprometerse es porque se sufrió una decepción amorosa, y él o ella piensan: “¿por qué siempre me encuentro a una bruja o uno malo?”, lo que genera rechazo en esas personas.

Recomendaciones
Al empezar una relación, hay que pensar en el presente, no en el futuro; ya habrá tiempo para ello.

No pensar tanto en lo físico. Reyes señala que lo primordial es lo espiritual, lo interno que lleva la persona, el respeto, la comunicación, el intercambio emocional que existe entre los dos.
Los defectos no se cambian, el ser amado hace los esfuerzos para modificarlos.

La comunicación es importante.
Lo más importante es que amar es dar; lo contrario de querer, que es recibir. Si amamos, ofrecemos al ser amado.

¿Qué es San Valentín?
El Día de San Valentín es una celebración tradicional de países anglosajones que se ha ido implantando en otros países a lo largo del siglo XX, principalmente, en la que las parejas de enamorados expresan su amor y cariño mutuamente. Se celebra el 14 de febrero, onomástico de san Valentín. En algunos países se conoce como Día de los Enamorados y en otros como Día del Amor y la Amistad.
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SE PERDIÓ EL ROMANCE SE PERDIÓ.


Este mundo tecnológico y cambiante que nos ha tocado nos cambió las costumbres, particularmente las románticas. Ya no se estila amar a la vieja usanza. Qué triste. Si yo les digo que se imaginen una escena romántica es más probable que piensen en un poema de Cyrano declamado frente al balcón de la amada, no en un adolescente mandando corazones por el chat de BlackBerry.



Empecemos porque ya no hay balcones. O los hay pero en edificios de conjuntos con una densidad demográfica que acaba cualquier intento romántico. Imagínense a un personaje con guitarra en mano cantando "si nos dejan" frente al balcón del apartamento de la Dulcinea de turno. Imposible, sencillamente porque de ahí para arriba hay otros 10 balcones. Y si la sujeta vive en el décimo piso toca con megáfono. O traer planta eléctrica e instalar unos parlantes poderosos. Ahora… están los vecinos quejumbrosos que no disfrutan del amor ajeno y mandan apagar la planta. Desconsiderados. O imagínense un baldado de agua fría -en el mejor de los casos- desde un piso 9. Esa vaina debe pegar durísimo.



Entonces no usamos el romance más calmado, que es el que me gusta pero que no se escucha en el último piso, sino que llegamos con el conjunto vallenato o los mariachis. El amor puro se revive entre "ayombes" y "ayayayay mi chaparrita". Así las cosas, se optó por entrar directamente al apartamento de la cortejada, cosa que daña el efecto sorpresa, el "tan diviiinoo" y lo reemplaza por un "mierda, y yo sin arreglar". Con el tamaño de los apartamentos de ahora, ese primer beso de amor se tiene que acomodar entre guitarrones, trompetas y sombrerotes, o acordeones, cajas y botellas de Old Parr. Salud, compadre.



Hoy en día ya no se ve a un muchacho enamorado caminar con rosas en la mano, porque se las deja en el muro de Facebook a su enamorada con la leyenda "oiga, la quiero". Y es que las expresiones de amor se redujeron de varias cuartas con rima a 140 caracteres. ¿Qué carajos puede uno decir en un tweet? Y lo digo yo. Ahora tiene más validez una relación si se cambia el estado en Facebook, que si se le cuenta a los papás. Un compromiso no se celebra ante Dios o notario, sino ante los 350 contactos de cada uno en la red social. Y se piensa más antes de anunciarlo, porque si pasan de "in a relationship" a "single" tendrán que pasar por los 42 comentarios chismosos preguntando y los 128 likes, como si la tusa no fuera suficiente.

Hoy en día las mujeres no dejan caer un pañuelo al suelo sino celulares, como le pasó hace poco a mi amiga@ddianasalazar. El acto de levantar el pañuelo, limpiarlo y mirar sonriendo a los ojos de la doncella se reemplazó por el alcanzar batería, celular y tapa, armarlos aparatosamente y mirar a la vieja con cara de "marica, se le dañó el celular".



Tampoco existe ya la escena de una adolescente hablando por teléfono con su novio, ella estando sobre su cama y dándole vueltas de manera juguetona al cable del teléfono. Ya no hay cablessss. A lo único que le dan vueltas es a la despedida: "cuelga tú…. ¿colgaste? … YO TAMPOOOCOOO… JAJAJAJA".


Definitivamente la tecnología ha herido de muerte el romance. Personalmente trato de no perderlo, de abrir la puerta del carro, de correr la silla en el restaurante, de mirar a los ojos y decirle lo linda que se ve. Aunque para algunas mujeres eso puede ser cursilería, seguiré haciéndolo hasta que encuentre la dueña de mi corazón -insértese música con violines-. Y ni hablar de terminar relaciones. He sabido de casos en que se terminan por SMS, se los juro. Particularmente me parece cobardía. Ni que no existieran los correos electrónicos.
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                                                 CITAS ANTES

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CITAS HOY

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EL TIEMPO NO TE HARÁ OLVIDAR, TE HARÁ MADURAR Y ENTENDER
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Con el tiempo aprendí la sutil diferencia que hay entre tomar la mano de alguien y encadenar un alma.
Con el tiempo aprendí que el amor no significa apoyarse en alguien y que la compañía no significa seguridad.
Con el tiempo…empecé a entender que los besos no son contratos, ni  los regalos promesas.
Con el tiempo aprendí que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.
Con el tiempo…te das cuenta de que casarse solo porque “ya urge” es una clara advertencia de que tu matrimonio será un  fracaso.
Con el tiempo comprendí que solo quien es capaz de amarte con tus defectos, sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que deseas.
Con el tiempo te das cuenta de que si estas al lado de esa persona solo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás no deseando volver a verla.
Con el tiempo te das cuenta de que los amigos verdaderos valen mucho más que cualquier cantidad de dinero.
Con el tiempo entendí que los verdaderos amigos se cuentan con los dedos de la mano, y que el que no lucha por ellos tarde o temprano se verá  rodeado solo de  amistades falsas.
Con el tiempo aprendí que las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir  lastimando a quien heriste, durante toda la vida.
Con el tiempo aprendí que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es solo de almas grandes…
Con el tiempo comprendí que si has herido a un amigo duramente, muy probablemente la amistad jamás volverá a ser igual.
Con el tiempo te das cuenta que aunque seas feliz  con tus amigos, algún día llorarás por aquellos que dejaste ir.
Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia  vivida con cada persona, es irrepetible.
Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano tarde o temprano sufrirá las mismas humillaciones o desprecios multiplicados al cuadrado.
Con el tiempo aprendía construir todos tus caminos en el hoy, porque el terreno del mañana, es demasiado incierto para hacer planes.
Con el tiempo comprendí que apresurar las cosas o  forzarlas a que pasen ocasionará que al final no sean como esperabas.
Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo  mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante.
Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado, añoraras terriblemente a los que ayer estaban contigo y ahora se han marchado.
Con el tiempo aprendí que intentar perdonar o  pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo…. ante una tumba…, ya no tiene ningún  sentido…
Pero desafortunadamente…esto solo lo entendemos con el tiempo.
Jorge Luis Borges

Es frecuente encontrarnos pensando en cosas que ya no deberían importarnos o sintiendo algo que no deberíamos sentir. A veces los recuerdos son como sombras que nos persiguen, que se suben a nuestra espalda y que nos impiden seguir.
Estas sombras a veces son tan tormentosas que bloquean nuestra alma. O sea, se convierten en esa piedra con la que tropezamos una y otra vez, con la que nos “encariñamos pero detestamos”. Deseamos no tenerla en nuestra vida pero, sin embargo, no nos imaginamos la existencia sin ella.
Resulta bastante insensato pensar que puedes amar de verdad algo con lo que te tropiezas y te haces daño. Y es que en realidad el tiempo te hace entender que superar el pasado no consiste en olvidarlo, sino en comprenderlo.
 EL BOCHORNOSO INFIERNO DE VIVIR EN EL PASADO
 Se dice que la vida tiene tres accidentes geométricos que debemos evitar: los círculos viciosos, los triángulos amorosos y las mentes cuadradas. Probablemente si nos examinaran del conocimiento de alguno de ellos sacaríamos matrícula de honor.
Es difícil hablar de esto, pues significa que vivimos atrapados en parte de nuestro pasado y que nuestras emociones presentes se encuentran estancadas en algo que, de cara al mundo, deberíamos haber superado ya.
Precisamente vivir con la esperanza de que el tiempo lo cura todo es lo que nos está matando, porque en vez de limpiar el polvo de debajo de nuestra alfombra dejamos que se acumule más y más como si no fuese a afectarnos.
Imaginaos que un alérgico al polvo deja que se acumule la basura pensando que mientras no la tenga a la vista no le va a afectar. Qué tontería, ¿verdad?

Pues nosotros hacemos lo mismo con nuestras emociones. No aceptamos que tenemos que limpiarlas y, como consecuencia, no hacemos nada poner el remedio antes de que llegue la enfermedad.
Es entonces cuando los dolores nos cogen “por sorpresa” y con las defensas bajas, tiñendo nuestro presente con la negrura de un gran pesar. De esta manera tan cruenta aprendemos que cubrir la herida no nos ayuda a que cicatrice, sino a que se mantenga abierta.
Todo momento es bueno para pisar nuestro pasado, para arrancarnos el collar y para buscar la llave de nuestro candado. Si el tiempo no quiere recoger nuestras lágrimas es porque tiene que enseñarnos que podemos ser fuertes si vivimos con nuestra debilidad.

“EN EL PASADO NO SE VIVE, DEL PASADO SE APRENDE Y ES UN GRAN ERROR VIVIR RECORDANDO UN TIEMPO QUE YA NO TIENE FUTURO”
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CÓMO SE VIVE EL AMOR DESPUÉS DE LOS 50


 Si la pareja aprendió de sus conflictos, es posible remontar las    crisis y lograr una profunda intimidad

La frase, bien conocida, afirma que para el amor no hay edad. O mejor dicho: dice que en todo momento de la vida se puede amar y ser amados. Y siempre y cuando se haya aprendido lo suficiente sobre la materia, a medida que pasan los años, a la hora del amor, es posible ingresar en un camino donde pocas veces se añora la juventud.
"El amor después de los 50 años tiene características especiales - explica la licenciada Graciela Fernández, vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Terapia Familiar (SATF)-. Un aspecto por destacar es que una proporción importante de personas de 50 a 60 años se ha divorciado. Una, dos o aun tres veces."
¿Divorcio es sinónimo de que algo " falló "? "Cambiar varias parejas más que fracasos es sumar aprendizajes -añade la psicóloga- y aunque esto no quiere decir que todos aprendan por igual, después de los 50 hay más posibilidades de que cada persona se conozca mejor y esté bien plantada con lo que quiere y necesita."
"Pueden darse más fácilmente las condiciones de un amor maduro -explica el licenciado Andrés Sánchez Bodas, psicólogo humanista y creador de la Carrera de Couseling en la Argentina-. Es que se han atravesado etapas que incluyen frustraciones, conflictos, crisis, pérdidas, rupturas... Un amor maduro se despega de la ilusión de que el otro sea como uno quiere y acepta la realidad de que la otra persona es tal cual es."
Fiel a la teoría, el psicoanalista Hugo Pisanelli, director de Psicólogos y Psiquiatras de Buenos Aires, descree que, a diferencia de lo que podría indicar la cultura, entre los 50 y 60 años se esté necesariamente más sosegado y tranquilo y se posea cierta sabiduría osaber sobre el amor. "Como en todos los órdenes importantes-enfatiza Pisanelli-, también en relación con el amor no hacemos lo que queremos sino lo que podemos. No es voluntario, no depende de la edad o el género sino de nuestro inconsciente."
EL AMOR NO ES DIFÍCIL; LOS COMPLICADOS 

SOMOS LOS SERES HUMANOS


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En este mundo existen personas que se aman y están separadas y otras que no se aman y están juntas.
Qué extraño es eso que llamamos ‘amor’. Una decisión, dicen unos; un accidente, aseguran otros. Creo que nunca sabré, a ciencia cierta, qué es. Porque, en mi caso, ha sido de las dos formas.
Un accidente cuando uno entrega el corazón, a ciegas, a quien no debe. Una decisión, cuando uno sabe que para sentirlo hay que construirlo.
A mí me gusta construirlo, de a poquitos, sin afanes, con pequeños detalles. Pues soy feliz hasta con el regalo más pequeño del mundo, siempre y cuando me lo den de corazón.
Y lo decido. Decido amar y es de la cabeza a los pies. Aceptando lo bueno y lo malo de esa persona y, también, amándolo.
Y me gusta luchar, hombro a hombro. Tomando la mano de quien amo, sin mirar atrás. Como guerreros, por igual. Porque nunca he esperado un príncipe azul, de esos que después se desvanecen al pasar la página de un libro infantil.
Tampoco busco el hombre ni la relación perfecta. El cuento de hadas en el que viven felices para siempre, pues, el tiempo me ha enseñado que pensar en un futuro lejano es el primer paso para la infelicidad.
Me gusta el hoy, pero ese hoy que dura una eternidad. Sí, una eternidad de momentos que solo se pueden vivir con esa persona que decidí amar. Pero también de días malos que, ante la fuerza de un amor bien plantado, se marchitan y hacen que la magia vuelva a florecer, aún con más viveza.
Ese es el verdadero amor para mí, pues es utópico pensar que amar es un sendero de rosas. No lo es, en definitiva. Y creo que esa es la premisa que los seres humanos deberíamos meternos en la cabeza, al momento de decidir estar con una persona.
Es que no es fácil sintonizar dos mundos completamente distintos. Dejar de lado el ego y pensar como pareja. Hacer cosas que nunca creímos hacer, tan solo por ver sonreír al otro. Eso es quizás la piedra en el zapato. Esa misma que nosotros nos encargamos de poner en el camino de la felicidad junto a otra persona.
Allí, en ese punto, es cuando decimos que el amor es complicado, pero no lo es. Solo que nosotros, en nuestro afán de ganar, como si se tratara de una competencia, decidimos pensar en nosotros mismos, olvidándonos de dar un poquito más. Todo para hacer feliz al otro.
Y, entonces, aseguramos que cada paso recorrido fue una equivocación. Y botamos todo a la basura. Y decidimos desechar los recuerdos. Y olvidar los motivos que nos unieron. Borrón y cuenta nueva, decimos. Aquí no ha pasado nada.
Así funciona.
Estamos tan inmersos en nosotros mismos, que olvidamos la simpleza del amor. Por eso volvemos a estar solos, por eso nos quejamos que nada nos funciona. Que el problema está en los demás.
Y quedamos exhaustos de amar, pero, en el fondo, con una insaciable sed de seguir buscándolo. Y decimos que no nacimos para amar, que eso es para otros. Y, quizás, en lo más profundo de nuestro ser, estamos más vacíos de lo que estábamos antes. Qué ridículos somos los seres humanos.
Nuestra vida amorosa es un círculo vicioso de decepciones, cada tanto. Todo porque simplemente no sabemos amar y, creemos que cuando no es perfecto, así como lo idealizamos, es momento de renunciar.
Deberíamos aprender a luchar más y a desechar menos. Amar poco, pero bien. Humanizar más nuestras relaciones y estar dispuestos a entender que no podemos dejar de cometer errores y no vivir encaminados hacia una felicidad superficial, que se extingue ante el primer bajón.
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HOY… QUIERO APRENDER A VIVIR EN AMOR
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El amor es paciente y bondadoso, el amor no tiene envidia, no es jactancioso, no se hincha, el amor no es injurioso, ni egoísta, ni se irrita”  I Corintios 13.
Que poco sabe este mundo de amor.  Nuestro sociedad materialista confunde el amor con cosas o con sexo.   Hasta para hablar del sexo se dice que es “hacer el amor”. Que pobre concepción del amor.  El amor no se hace, el amor está hecho.  El amor no es dar cosas materiales, ni es una emoción, la Biblia me dice que el amor es una persona.  Dios es amor. Si tengo a Dios tengo el amor.
Hoy necesito aprender a vivir en ese genuino y real amor.  Cuantas veces he dicho a alguien : Te Quiero.  Esa es la expresión
 del egoísmo..te quiero para mi…pero la expresión del amor despoja y destruye el egoísmo.
Hablar del amor se le ha dejado a los novelistas, productores de película o de baratas novelas,  a los poetas o los enamorados ciegos.  Pero el amor debiera ser tema para hablarlo, tratarlo y vivirlo entre nosotros como seres humanos, porque definitivamente fuimos hechos para amar y ser amados. Pitirim Sorokin en su libro Los Caminos y el poder del amor dijo:
“ Las mentes sensatas desacreditan el poder del amor. Nos parece algo ilusorio.  Lo llamamos autoengaño, el opio de las mentes de las personas, necedad idealista, mentira no científica.  Sentimos prejuicios contra todas las teorías que intentan demostrar el poder del amor y de otras fuerzas positivas para determinar la conducta y la personalidad humana; en influir el curso de la evolución biológica, social, mental y moral; en afectar la dirección de los acontecimientos históricos; en modelar instituciones sociales y culturales. En un ambiente sensato, esas teorías parecen ser no convincentes, no científicas, prejuicio y superstición”.
El apóstol Pablo y toda la escritura me hablan hoy que mientras estudiados y científicos no creen mucho en el amor , la verdad es que el amor es la esencia de la vida-.  Fuimos hechos para amar y ser amados.  Aún muchos de los que mirarían con escepticismo el poder del amor hoy mismo se quedan callados porque si hay un poder en el amor y hoy quiero aprender ese poder y vivir en él.
El amor  no se alegra de la injusticia, se complace de la verdad. El amor nunca deja de ser, nunca cesa su fe, El amor nunca deja de ser.  El amor es eterno. Existen la Fe, la esperanza y el amor, los tres pero lo más excelente es el amor…porque el amor es Dios.
Señor, Gracias por mostrarme tu amor y por ser tú mismo el amor.  Gracias por darme las muestras más grandes de ese amor y hoy quiero que me enseñes a amar y a caminar por ese sendero muchas veces mal entendido e incomprendido aunque esto represente para mi ser malentendido y no comprendido.  El mejor ejemplo lo tengo en ti,.   Gracias por amarme. Amén.
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AMAR A LOS DEMÁS Y VIVIR CON LAS

DIFERENCIAS


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Como seguidores de Cristo debemos vivir en paz con los demás que no compartan nuestros valores ni acepten las enseñanzas basadas en ellos.
 I.
En los últimos días de Su ministerio terrenal, Jesús dio a Sus discípulos lo que Él llamó “un mandamiento nuevo” (Juan 13:34). Ese mandamiento, que repitió tres veces, era sencillo pero difícil: “Que os améis los unos a los otros, como yo os he amado” (Juan 15:12; véase también el versículo 17). La enseñanza de amarse los unos a los otros había sido una enseñanza esencial del ministerio del Salvador. El segundo grande mandamiento era “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:39). Jesús incluso enseñó: “Amad a vuestros enemigos” (Mateo 5:44). Pero el mandamiento de amar a los demás tal como Él había amado a Su rebaño fue para Sus discípulos —y lo es para nosotros— un desafío singular. “De hecho”, el abril pasado el presidente Thomas S. Monson nos enseñó, “el amor es la esencia misma del Evangelio, y Jesucristo es nuestro ejemplo. Su vida fue un legado de amor”1.
¿Por qué es tan difícil sentir amor cristiano los unos por los otros? Es difícil porque debemos vivir entre aquellos que no comparten nuestras creencias, valores y obligaciones de los convenios. En Su gran oración intercesora, que hizo poco antes de Su crucifixión, Jesús oró por Sus seguidores: “Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo” (Juan 17:14). Después, suplicó al Padre: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal” (versículo 15).
Debemos vivir en el mundo pero no ser del mundo. Debemos vivir en el mundo porque, como Jesús enseñó en una parábola, Su reino es “semejante a la levadura”, cuya función es leudar toda la masa con su influencia (véase Lucas 13:21Mateo 13:33; véase también1 Corintios 5:6–8). Sus seguidores no pueden hacer eso si se relacionan sólo con personas que compartan sus creencias y prácticas. No obstante, el Salvador también enseñó que si lo amamos, guardaremos Sus mandamientos (véase Juan 14:15).
 II.
El Evangelio tiene muchas enseñanzas en cuanto a guardar los mandamientos mientras vivimos entre personas que tienen diferentes creencias y prácticas. Las enseñanzas relacionadas con la contención son fundamentales. Cuando el Cristo resucitado encontró a los nefitas que disputaban acerca de la manera de bautizar, Él dio instrucciones claras en cuanto a cómo se debía efectuar esa ordenanza. Después enseñó este gran principio:
“…no habrá disputas entre vosotros, como hasta ahora ha habido; ni habrá disputas entre vosotros concernientes a los puntos de mi doctrina, como hasta aquí las ha habido.
“Porque en verdad, en verdad os digo que aquel que tiene el espíritu de contención no es mío, sino es del diablo, que es el padre de la contención, y él irrita los corazones de los hombres, para que contiendan con ira unos con otros.
“He aquí… mi doctrina es ésta, que se acaben tales cosas” (3 Nefi 11:28–30; cursiva agregada).
El Salvador no limitó Su advertencia contra la contención a aquellos que no estaban guardando el mandamiento del bautismo. Él prohibió la contención por parte de cualquier persona. Incluso aquellos que guardan los mandamientos no deben irritar los corazones de los hombres para que contiendan con ira. El “padre de la contención” es el diablo; el Salvador es el Príncipe de Paz.
De igual manera, la Biblia nos enseña que “los sabios apartan la ira” (Proverbios 29:8). Los apóstoles de los primeros días enseñaron que debemos “[seguir] lo que conduce a la paz” (Romanos 14:19) y “[hablar] la verdad en amor” (Efesios 4:15), “porque la ira del hombre no produce la justicia de Dios” (Santiago 1:20). En la revelación moderna, el Señor mandó que las buenas nuevas del Evangelio restaurado se debían declarar “cada hombre a su vecino, con mansedumbre y humildad” (D. y C. 38:41), “con toda humildad… no denigrando a los que denigran” (D. y C. 19:30).
 III.
Aun al procurar ser humildes y evitar la contención, no debemos abandonar ni debilitar nuestro compromiso con las verdades que comprendemos. No debemos ceder en nuestra postura ni en nuestros valores. El evangelio de Jesucristo y los convenios que hemos hecho inevitablemente nos colocan como combatientes en la eterna batalla entre la verdad y el error. En esa batalla no hay un punto medio.
El Salvador mostró el camino cuando Sus adversarios lo confrontaron con la mujer que había “sido sorprendida en el acto mismo de adulterio” (Juan 8:4). Al sentirse avergonzados por su propia hipocresía, los que la acusaban se alejaron y dejaron solo a Jesús con la mujer. Él la trató con bondad al negarse a condenarla en ese momento, pero a la vez le indicó firmemente “no peques más” (Juan 8:11). Es necesario tener bondad amorosa, pero un seguidor de Cristo —al igual que el Maestro— será firme en la verdad.
 IV.
Al igual que el Salvador, Sus seguidores a veces se enfrentarán a una conducta pecaminosa, y hoy día cuando proclaman el bien y el mal, según ellos lo entienden, a veces se les tilda de “intolerantes” o “fanáticos”. Muchos de los valores y las prácticas mundanas presentan ese tipo de desafíos para los Santos de los Últimos Días. Entre ellos se destaca hoy día la fuerte tendencia que está legalizando el matrimonio entre personas del mismo sexo en muchos estados y provincias de Estados Unidos y Canadá, y muchos otros países del mundo. También vivimos entre personas que no creen en el matrimonio; algunos no creen en tener hijos; otros se oponen a cualquier restricción que se imponga a la pornografía o a las drogas peligrosas. Otro ejemplo, que reconocerán la mayoría de los creyentes, es el desafío de vivir con un cónyuge, familiar, o relacionarse con compañeros de trabajo, que no sean creyentes.
En lugares que han sido dedicados, como los templos, los centros de adoración y nuestros propios hogares, debemos enseñar la verdad y los mandamientos de manera sencilla y completa, según nuestro entendimiento de ellos en el Plan de Salvación que se ha revelado en el Evangelio restaurado. Nuestro deber de hacerlo está protegido por las garantías constitucionales de la libertad de expresión y la libertad religiosa, así como por las leyes de privacidad que se practican incluso en países que no tienen garantías constitucionales formales.
En público, lo que las personas religiosas digan y hagan implica otras consideraciones. El libre ejercicio de la religión protege la mayoría de los actos públicos, pero está sujeto a restricciones que son necesarias para dar cabida a las creencias y a las prácticas de los demás. Las leyes pueden prohibir la conducta que por lo general se reconoce como equivocada o inaceptable, como la explotación sexual, la violencia o conducta terrorista, incluso cuando la lleven a cabo extremistas en nombre de la religión. Las conductas menos graves, a pesar de que sean inadmisibles para algunos creyentes, tal vez simplemente se tengan que soportar si se legalizan de acuerdo con lo que un profeta del Libro de Mormón llamó “la voz del pueblo” (Mosíah 29:26).
Sobre el tema del diálogo público, todos debemos seguir las enseñanzas del Evangelio de amar a nuestro prójimo y evitar la contención. Los seguidores de Cristo deben ser ejemplos de civismo. Debemos amar a todas las personas, ser buenos oyentes, y demostrar interés por sus creencias sinceras. Aunque podamos estar en desacuerdo, no es apropiado ser desagradables. Nuestra postura y comunicaciones relacionadas con temas polémicos, no deben ser contenciosas. Debemos ser prudentes al explicar y poner en práctica nuestras posturas y al ejercer nuestra influencia. Al hacerlo, pedimos que los demás no se sientan ofendidos por nuestras sinceras creencias religiosas y el libre ejercicio de nuestra religión. Exhortamos a todos para que pongamos en práctica la regla de oro del Salvador: “…las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos” (Mateo 7:12).
Cuando nuestras posturas no sean convincentes ante la oposición, debemos aceptar con gentileza los resultados desfavorables y poner en práctica la cortesía con nuestros adversarios. En cualquier caso, debemos ser personas de buena voluntad hacia todos, rechazando la persecución en cualquiera de sus formas, incluyendo la persecución basada en raza, origen étnico, creencia religiosa o incredulidad, y diferencias en la orientación sexual.
 V.
He hablado sobre principios generales; ahora hablaré en cuanto a la forma en que esos principios se deben llevar a la práctica en una variedad de circunstancias comunes en las que las enseñanzas del Salvador se deben seguir con más fidelidad.
Empiezo con lo que nuestros niños pequeños aprenden en sus actividades de juego. Con mucha frecuencia, las personas de aquí de Utah que no son mormonas se han sentido ofendidas cuando algunos de nuestros miembros se han distanciado de ellas y no permiten que sus hijos se hagan amigos de niños de otras religiones. Seguramente podemos enseñar a nuestros hijos valores y normas de comportamiento sin que se alejen ni muestren falta de respeto hacia cualquier persona que sea diferente.
Muchos maestros de la Iglesia y de las escuelas se han lamentado por la manera en que algunos adolescentes, incluyendo jóvenes SUD, se tratan mutuamente. El mandamiento de amarse unos a otros ciertamente incluye el amor y el respeto entre diferentes religiones y también entre razas, niveles culturales y económicos. Instamos a todos los jóvenes a que eviten el acoso, los insultos o el lenguaje y las prácticas que de manera deliberada causen dolor a los demás. Todas esas cosas quebrantan el mandamiento del Salvador de amarse los unos a los otros.
El Salvador enseñó que la contención es una herramienta del diablo. Eso ciertamente nos enseña en cuanto al lenguaje y a la práctica de la política en la actualidad. El vivir con diferencias políticas es esencial para la política, pero las diferencias políticas no tienen que conllevar ataques personales que interfieran con el proceso del gobierno y castiguen a los participantes. Todos debemos deshacernos de las comunicaciones llenas de odio y practicar el civismo hacia las diferencias de opinión.
El entorno más importante donde evitar la contención y practicar el respeto por las diferencias es en nuestros hogares y en nuestras relaciones familiares. Las diferencias son inevitables —algunas leves y otras mayores. Con respecto a las mayores, supongamos que un familiar esté en una relación de cohabitación. Eso supone un conflicto entre dos importantes valores: nuestro amor por el familiar, y nuestro compromiso hacia los mandamientos. Al seguir el ejemplo del Salvador, podemos demostrar bondad y aún ser firmes en la verdad al abstenernos de acciones que faciliten o que parezcan aprobar lo que sabemos que está mal.
Finalizo con otro ejemplo de una relación familiar. En una conferencia de estaca del Medio Oeste de Estados Unidos, hace más o menos diez años, conocí a una hermana que me dijo que su esposo, que no era miembro, la había estado acompañando a la Iglesia durante doce años, pero que nunca se había unido a la Iglesia. ¿Qué debía hacer?, preguntó. Le aconsejé que siguiera haciendo todo lo correcto y fuera paciente y amable con su esposo.
Más o menos después de un mes me escribió lo siguiente: “Bueno, pensé que doce años eran suficiente muestra de paciencia, pero no sabía si yo estaba siendo muy amable. De modo que me esforcé mucho durante un mes, y se bautizó”.
La bondad es algo potente, en especial en un entorno familiar. En la carta, continuó: “Me estoy esforzando aún más para ser bondadosa porque nos estamos preparando para sellarnos en el templo este año”.
Seis años más tarde me escribió otra vez: “A mi esposo lo acaban de llamar y apartar como obispo de nuestro barrio”2.
 VI.
En tantas relaciones y circunstancias de la vida, debemos vivir con diferencias. En los casos de vital importancia, no debemos negar ni abandonar nuestra opinión respecto a esas diferencias, pero como seguidores de Cristo debemos vivir en paz con los demás que no compartan nuestros valores ni acepten las enseñanzas basadas en ellos. El Plan de Salvación del Padre, el que conocemos por medio de la revelación profética, nos coloca en una situación terrenal en la que debemos guardar Sus mandamientos. Eso incluye amar a nuestro prójimo de diversas culturas y creencias, así como Él nos ha amado. Tal como enseñó un profeta del Libro de Mormón, debemos seguir adelante, teniendo “amor por Dios y por todos los hombres” (2 Nefi 31:20).
Por difícil que sea vivir en la agitación que nos rodea, el mandato del Salvador de amarnos los unos a los otros como Él nos ama, probablemente sea nuestro más grande desafío. Ruego que podamos comprender esto y procuremos vivirlo en todas nuestras relaciones y actividades. En el nombre de Jesucristo. Amén.
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APRENDAMOS A VIVIR JUNTOS

ENRIQUECIÉNDONOS CON NUESTRAS

DIFERENCIAS


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En tiempos de amores prefabricados, de relaciones de ida y vuelta y de una necesidad ficticia de que todo sea perfecto, las relaciones reales -tanto personales como sociales- cada vez están más alejadas de las que mantiene la juventud actual. Tenemos que partir de la base de que en toda relación personal existirán diferencias, y en toda clase de amor habrá distintos puntos de vista.

Descubrir al otro tiene una doble misión. Una es enseñarnos la diversidad de la especie y la otra contribuir a una toma de conciencia de las semejanzas y la interdependencia entre las personas. Para todo esto, tenemos que tener en cuenta que el descubrimiento del otro pasa de manera ineludible por el descubrimiento de uno mismo.

Para poder alcanzar una convivencia pacífica y conocer a los demás es importante desarrollar una serie de valores y actitudes como el autoconocimiento, la autoestima y el desarrollo de la empatía. En definitiva, aprender a compartir y trabajar por un bien común, reconociendo a los demás como diferentes en características personales, pero iguales en derechos.

“Una sociedad no vive sin utopías, es decir, sin un sueño de dignidad, de respeto a la vida y de convivencia pacífica entre las personas y pueblos”


Crear un entorno positivo va depender en gran medida de cómo dejemos que las diferencias con los demás afecten a nuestra vida. Siempre es una buena idea invertir esfuerzo en aprender que nuestra felicidad no es ajena a la felicidad de nuestro entorno, y por tanto se construye con el aporte de todos, incluidas las sus diferencias.

Solo tenemos que echar un vistazo a nuestra vida para ver que nosotros nos hemos equivocado, nos equivocamos y nos equivocaremos, debido a que también tenemos un sinfín de defectos. Practicar la humildad nos ayudará a ser más asequibles a los demás,concentrándonos en disfrutar de sus cualidades en vez de criticar sus defectos.

LA DIVERSIDAD ES UNA FUERZA POSITIVA
La diversidad es una característica intrínseca de los grupos humanos. Cada persona tiene un modo especial de pensar, de sentir y de actuar, independientemente de que, desde el punto de vista evolutivo, existan unos patrones cognitivos, afectivos y conductuales con ciertas semejanzas.

Tanto en las relaciones personales como en las relaciones sociales la diversidad nos enriquece. Nos muestra un mundo nuevo de circunstancias y situaciones que de no ser por ese abanico de diferencias nunca habríamos conocido ni disfrutado. Así, la diversidad es una salida continuada de nuestra zona de confort.

Esta salida frecuente de nuestra zona de confort fomenta el crecimiento personal. Darnos cuenta de que somos capaces de alcanzar aquello que nos daba miedo es una aportación muy valiosa a nuestra mochila, esa que nos va a acompañar durante todo nuestro camino.
La diversidad en última instancia es aprendizaje. Toda diversidad es positiva porque enseña a reconocer la diferencia y a reconocerse en ella, más que hacia la tolerancia apunta hacia la convivencia. Las sociedades diversas no suelen ser excluyentes, y ahora más que nunca este tiene que ser el mensaje para que aprendamos a vivir juntos con nuestras diferencias.

ACEPTAR A LOS DEMÁS TAL COMO SON

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¿Eres capaz de aceptar a cada quien como es? ¿O a menudo experimentas ira, resentimiento, celos y otros sentimientos negativos hacia aquellos que no se comportan como tú pretendes?
Estos juegos tan negativos reflejan dinámicas de manipulación que contribuyen al estrés, a los conflictos y, en definitiva, a herir los sentimientos de los demás.

ACEPTAR LAS DIFERENCIAS
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Realmente todos somos únicos, tanto en nuestra perspectiva de la vida como en nuestras actitudes, sentimientos y experiencias. Nunca ha habido un duplicado exacto de nosotros, ni nunca lo habrá. Eres irrepetible, no existe nadie como tú en todo el mundo, ¿eres consciente de ello?

Son justamente las diferencias y características personales las que hacen que la vida sea interesante, un desafío. El trato con otras personas que ven la vida de forma diferente es lo que hace más ricas a las relaciones. Lo lamentable es que estas diferencias a menudo pueden llevar (si no se gestionan bien) a conflictos sin resolver, a estrés y decepciones.

Es fundamental aceptar la singularidad de los individuos, sin embargo no es tan sencillo como decirlo.En las relaciones de pareja, por ejemplo, nos hacemos una idea de cómo debe ser nuestra “media naranja” y cómo debe actuar según nuestros estándares y esperamos que lo haga así. Por supuesto, esto no va a ocurrir y los problemas surgirán, siempre y cuando tengamos expectativas rígidas.

No podemos culpar a los demás por no ser como a nosotros nos gustaría. El porqué de una relación de pareja o amistad es pasarlo bien juntos, lograr un enriquecimiento mutuo, no cambiar a nadie.
No todo nos va a agradar
Hay algo que tenemos que tener claro: ¿la conducta del otro que no nos gusta es incorrecta?, ¿o es solo que nosotros haríamos las cosas de otra forma? Al no establecer esta diferenciación,  acabamos viendo muchas actitudes que no nos gustan de nuestra pareja o nuestros amigos.
No debemos exigir de los demás que actúen, piensen y trabajen igual que nosotros, porque esa actitud nos va a ocasionar problemas, indefectiblemente. Cuando estamos mirando lo que hacen los demás, nos perdemos la oportunidad de disfrutar el presente con ellos, sin establecer juicios paralelos.
¿QUÉ HACER CUANDO CONSIDERAMOS QUE UN COMPORTAMIENTO ES INDESEABLE?
Aquí ya no se trata de aceptar a los demás como son, sino de un comportamiento que tú no aceptas, basado en tus propios códigos de conducta. En estos casos, lo importante es comentar el tema y dialogar con la persona acerca de su actitud. Las formas son importantes a la hora de pedir a alguien que cambie porque en ocasiones podemos echar todo a perder y conseguir justamente lo contrario a lo que buscábamos.

Nadie cambia sin más, simplemente porque adivinan lo que tú quieres; no funciona así. Y si esperas que esto ocurra, vas a ir enfadándote cada día más, hasta que un día cualquiera “todo explote.”

Es mucho más productivo y eficaz comentar con el otro qué es lo que te molesta, explicarle qué te afecta y cómo te hace sentir.De esa forma el otro no se siente insultado, ni tampoco agredido y así es más probable que cambie su actitud. Asimismo, es obvio que nosotros tenemos que estar abiertos a los comentarios de los demás cuando nos sugieran que cambiemos algo, a fin de buscar la forma de convivir mejor y más a gusto.
¿A quién queremos cambiar? Si la lista es muy larga, quizás sea hora de reflexionar al respecto. Probablemente ello signifique que tenemos bastante trabajo que hacer sobre nosotros mismo antes de encontrar la verdadera felicidad.

DAR Y RECIBIR AMOR EN FAMILIA CON

ESTOS CINCO HÁBITOS


La convivencia en familia no es fácil, y ello se debe a que cada uno tenemos gustos e intereses distintos. No obstante de que toda persona sea diferente, los valores de la familia pueden y deben ser los mismos. Por eso es recomendable que entre todos los que conforman nuestra familia definamos los valores que nos garanticen una unidad y una convivencia armónica.
Ahora, el valor por excelencia en la vida de la familia es el amor. Éste implica un encuentro personal con el otro, a través de un sentimiento profundo que acepta a cada uno como es; porque un amor sano permite al otro ser él mismo a pesar de nuestros prejuicios, nuestra forma de ser y de ver las cosas. Esto significa que dar amor es permitir a los demás ser como son y no como nosotros queremos que sean.
El amor requiere, además, apertura por parte del otro y por parte propia. Darse a conocer desde el interior sin miedo a ser juzgado, agredido o menospreciado; y conocer al otro sin intentar sacar provecho de él. El amor, como la familia, se construye. Comprende convivencia, es decir, compartir tiempo reunidos en armonía. Buscar gustos, intereses y actividades de interés mutuo.
Cultivar el amor es clave, y para lograrlo te sugerimos estos cinco hábitos que nos permiten dar y recibir amor de una manera sana:
Establecer un momento para estar juntos
Este hábito nos indica que las relaciones personales crecen y se fortalecen a través de las reuniones familiares. Es sano que cada familia defina un momento al día, a la semana o al mes para compartir tiempo cara a cara y realizar actividades placenteras y divertidas. Este tiempo, además, nos ayuda a transmitir y, al mismo tiempo, a conocer las actividades, los problemas, los planes, etcétera, que tiene cada uno de los integrantes de la familia.
Expresar los sentimientos
Siempre es sano expresar nuestros sentimientos, pero para hacerlo se deben cumplir ciertas condiciones. Si sus sentimientos son positivos, comuníquelos cuantas veces pueda: un “te quiero”, un “te admiro”, un “te extraño”, son palabras que nos acercan. Por el contrario, si sus sentimientos son negativos, tómese el tiempo que sea necesario para transmitirlos y dígalos en forma clara y directa. No se trata de reprender, criticar o hacer daño al otro; se trata, por el contrario, de hacer ver nuestro punto de vista respecto a algo, pero con cariño y respeto.
Realizar con frecuencia un autoexamen
Muchas veces nos empeñamos en creer que tenemos la razón y por eso nos disgustamos con los demás, o los ignoramos por tener un punto de vista ajeno al nuestro. Sin embargo, vivir el amor significa dejar a un lado las debilidades de los demás y concentrarse en los propios errores, con el fin de cambiar y ser mejores cada día. Hacer un autoexamen al mes puede ayudarnos a lograr este objetivo, para incentivar el crecimiento propio y el de los demás.
Ponerse en los zapatos del otro
Esta frase, de cajón nos da un hábito imprescindible para construir el amor en la vida familiar. Siempre, en cualquier circunstancia, positiva o negativa, nos debemos poner en el lugar del otro para comprender sus sentimientos y sus actos. Es lo contrario a juzgar, porque se trata de intentar vivir lo que el otro está viviendo, así sea por un momento, a fin de entender y ayudar a esa persona en determinada situación.
Buscar el bien para todos
El amor hacia los demás nace en parte del amor hacia uno mismo. Por eso, cuando queremos vivir el amor en familia buscamos el bien propio y el de los demás. A pesar de las diferencias y de las debilidades que existen entre los miembros de una familia, siempre debemos encontrar el bien para todos. Por ello es sano lograr el beneficio propio y, al mismo tiempo, el beneficio de los demás a través de nuestros actos.
Intenta mantener y practicar estos cinco hábitos para cultivar el amor en tu familia, a pesar de la falta de tiempo, de las diferencias y de los problemas que puedan surgir. Hacer el esfuerzo por lograrlos, tú lo verás, vale la pena.



¿SE ACABÓ EL ROMANTICISMO? LAS NUEVAS

 CLAVES PRÁCTICAS PARA SER FELIZ EN

 PAREJA


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En los tiempos actuales, el amor, la fidelidad y una buena comunicación parecen no ser suficientes para lograr la felicidad en una relación de pareja.

Cambia, todo cambia. Si antes la comunicación y la transparencia eran dos características imprescindibles para construir una relación de pareja sana y feliz, hoy no bastan. Cada vez se valoran más otra serie de rasgos para mantener a lo largo del tiempo la ansiada felicidad de a dos. Así, al menos, se desprende de un estudio llevado a cabo por el psicólogo Robert Epstein, autor de "Making Love: How People Learn to Love, and How You Can Too", a partir del análisis de más de 2.000 encuestas a parejas norteamericanas.
Las conclusiones del estudio hacen hincapié tanto en los factores mundanos como en los más profundos, pues ambos reforzarían igualmente los vínculos de una pareja. Como pone de ejemplo Epstein, "se trata tanto de saber si la otra persona quiere tener hijos como de acordarse de la fecha de cumpleaños o el nombre de sus familiares". Esto, porque inconscientemente se asocia un olvido trivial y el desinterés en el otro con su incapacidad para gestionar su vida, tanto a nivel profesional como económico o familiar.
"Las expectativas han cambiado, y además de buscar una satisfacción emocional también se trata de asegurar que las parejas sean competentes para conservar su trabajo, cuidar a los niños o darles una buena formación", apunta el psicólogo.
Para el psicólogo de la Universidad de California y autor de Intimate Relationships, Thomas Bradbury, este cambio de actitud (y exigencias) ante las parejas se debe a los nuevos estándares sociales, que se centran tanto o más en lo práctico y lo material que en lo emocional. Es decir, que cada vez se difumina más la línea entre las necesidades de proyección interior y exterior, al poner en un mismo nivel las capacidades sociales de una persona y las personales. "Las relaciones con más posibilidades son aquellas en las que ambos miembros son conscientes de que las presiones externas a la pareja influyen tanto como las internas", añade el psicólogo, lo que deja en un plano más secundario las habilidades comunicativas.
La idea tradicionalmente más extendida entre los expertos es que para alcanzar la felicidad conyugal basta con satisfacer las necesidades emocionales de la otra persona. Sin embargo, el análisis de los dos millares de parejas analizadas demuestra que una relación duradera "también necesita fundamentarse en aspectos más prácticos", e incluso triviales para la concepción idílica que suele asociarse al amor y las relaciones de pareja.
Como explica Bradbury, "fuera de la pareja está el mundo real que condiciona la relación e incide sobre nuestra personalidad". Una situación frente a la que no basta la mera comunicación y la transparencia, si no va acompañada de un compromiso en el que se unan fuerzas: "No eres tú contra tu pareja, sino que es la pareja contra el mundo", sentencia el psicólogo norteamericano.
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¿DÓNDE QUEDARON LOS CABALLEROS?
No sabemos si fue después de la revolución sexual que todos se alocaron y entonces las mujeres se volvieron independientes, hicieron valer sus opiniones, externaron su poder de decisión y empezaron a usar pantalones y pastillas anticonceptivas y algunos hombres interpretaron esto como una reacción feminista y altanera. Y entonces todo cambió.
Hoy nos preguntamos: ¿dónde quedó el romance?, ¿dónde el cortejo?, ¿dónde la forma en la que ellos tratan a la mujer que desean? Esto es lo que ha pasado con el tiempo (aunque parezcamos abuelita). 
Antes:  Los hombres le hablaban a las mujeres de usted.
Ahora:  Les hablan de "guey".
Antes: El galán pasaba por ellas a su casa en carroza.
Ahora: El galán manda un taxi por ti, si bien te va. O aplican el "Nos vemos ahí, ¿no?". Incluso te avientan el "Vente para mi casa".
Antes: Enviaban cartas amorosas con una perfecta caligrafía.
Ahora: Mandan mensajes de texto con un vil "Q ondón?" (así, sólo con la "q"), hay quienes son más marros y lo que hacen es escribirte un wall post en tu perfil de Facebook.
Antes: Para demostrar cariño te daban un delicado beso en la mano mientras se levantaban el sombrero.
Ahora: Ni siquiera te han preguntado tu apellido cuando ya andan manoseándote.
Antes: Al final de la noche te acompañaban a tu casa y te dejaban en la puerta.
Ahora: Tú los tienes que llevar a su casa porque se les pasaron las copas y están en calidad de bultos.
Romance?
Antes: Te enamoraban con flores y chocolates.
Ahora: Te embriagan con shots y cócteles para que sueltes un poco de acción.
Antes: Se trataban de ganar el respeto de la suegra.
Ahora: Ni siquiera les interesa conocerla.
Antes: El matrimonio era una ceremonia sagrada para formalizar un amor eterno.
Ahora: Te casas con el pleno conocimiento de que puedes divorciarte cuando te des cuenta de que, al final, no funcionó.
Antes: Celebraban al amor e intercambiaban regalos en todo momento.
Ahora: Resulta que se enojan cuando decides hacer algo espontáneo y especial.
Antes: Las mujeres se vestían sutilmente para que los hombres con los que salían no las tacharan de "promiscuas".
Ahora: Si te vistes recatadamente eres mocha, si te vistes atrevida eres zorra. Pfft.
Antes: Te interrogaban para conocer todo de ti y poder impresionarte en las siguientes citas.
Ahora: Tendrás suerte si se acuerdan de tu apodo, y no te dicen tres nombres diferentes en una noche.
Antes: Te hacían cumplidos sobre tus ojos y la manera en la que reflejan la luz de las estrellas.
Ahora: Te echan un piropo vulgar sobre lo sabrosa que te ves cuando usas esos jeans embarraditos.
Antes: Conocías a tu pareja a través de tus papás o conocidos de tu círculo.
Ahora: Buscas pareja a través del Internet.
Antes: Te invitaban a fiestas formales donde todos bailaban vals.
Ahora: Te llevan a perrear un rato.
Antes: Sabían cuál era tu flor predilecta y te enviaban ramos a tu casa.
Ahora: Te preguntan cuál es tu chupe favorito y te retan para ver cuánto aguante tienes.
Antes: El hombre se levantaba de la mesa cuando tú lo hacías.
Ahora: Se queda sentado mientras le dices que vas al baño y se echa un comentario inapropiado sobre si te dio indigestión la comida.
Antes: Admiraban tu bella figura.
Ahora: Te escanean completita, siempre con miradas libidinosas (y mordida de labio incluida).
Antes: El hombre se ofrecía a pagar toda la cita.
Ahora: Se asume que cada quien pagará lo suyo o que la cuenta se dividirá a michas.
Antes: El hombre te pasaba al lado de la pared como gesto de protección.
Ahora: Andan como Pancho Villa (con dos "viejas" a la orilla) y no saben a cuál cederle ese lado.
Antes: Te cedían su asiento en el autobús.
Ahora: Se hacen los dormidos y, "si tienes suerte", el viejo del fondo te guiña el ojo y te invita a sentarte en sus piernas ("con todo respeto").
Antes: Nunca empezaban a comer antes que tú.
Ahora: Tu galán te roba comida de tu plato antes de que lo pruebes.
Antes: Te cedían el paso como acto de caballerosidad (y dicen que hasta ponían su saco en los charcos y todo).
Ahora: Te ceden el paso para verte las nalgas.
Antes: Insistían en invitarte salir hasta que por fin les decías que sí y se esforzaban en perfumarse, usar sus mejores trapos, comprarte flores, llevarte al mejor restaurante y hacer que te la pasaras perfecto.
Ahora: Si se te ocurre negarte (porque tenias un compromiso o estabas enferma), automáticamente dejan de buscarte porque qué flojera que te estás haciendo la difícil.
Antes:  Esperaban hasta el matrimonio para consumar la relación.
Ahora:  ¿Consumar la relación?, ¿qué es eso? ¿Matrimonio? No, qué horror.
EL AMOR EN TIEMPOS MODERNOS
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En la época del romanticismo la palabra “amor” tenía verdadero significado, era un auténtico sustantivo que nutría los versos de aquel entonces. Hoy en día, el mundo moderno ha crecido tanto que ha ridiculizado el término hasta denigrarlo. Hoy el “amor” se asocia con la cursilería, con lo falso y superficial, con lo peor de nosotros, increíblemente.
El “amor” ahora se asocia con corazoncitos clavados en un rótulo de San Valentín o con débiles frases asociadas a la eternidad. El “amor” ha sido sustituido por el “ridículo” en el mundo moderno, por lo menos a un nivel comercial. Asimismo, el “amor” se asocia con la “eternidad” por una suerte de obsesión religiosa y por una tendencia a evitar la muerte, sea como sea.

Se quiere vender de todas formas la idea del amor eterno, del amor perfecto, del amor infantil de colores pasteles y cuentos de hadas, sólo para que los consumidores compren un concepto religioso, idealista, alejado de la realidad sobre lo que es el amor verdadero.

Esta manía por vender perfección y perdurabilidad, refleja cómo la tecnología y los medios de comunicación han logrado esterilizar a la sociedad moderna, domesticando su capacidad para dar y recibir afecto por medio del lenguaje, el canal de expresión más antiguo y primitivo de los seres humanos.

Los medios han logrado socavar los pechos de la gente que sólo piensa consumir, cuyas necesidades sociales viven conexas (irremediablemente) a sus necesidades materiales. Hoy el “amor” se ha materializado en un discurso vacío, literalmente retórico y pueril.

Tampoco las tendencias culturales y políticas se han salvado de enterrar el “amor” entre sus estribillos repetitivos. Hoy sólo escuchamos ese término cuando lo asociamos con la música “pop” o las tendencias desechables de la cultura de medios. Por su parte, los políticos han enfriado la palabra “amor” al punto de congelarla en las tarimas de gobierno.

Hoy la gente lee cable porque lo consume ansiosamente. Y consumir “amor” es parte de esa ansiedad. La mayoría de las películas que vemos en la televisión y en el cine son subtituladas, y por lo tanto, la gente no sólo ve cable, también lee cable y lee cine. La gente se entusiasma cuando llegan culebrones tragicómicos a llenar los salas cinematográficas y a vaciar los bolsillos de tantas personas que necesitan llorar un buen fin de semana, de forma colectiva, para sentir que sus vidas tienen algún nivel de intensidad.

Y el cable también está lleno de basura mediática que disecciona el “amor” en frases clichés, empalagosas y exageradas como: “no puedo vivir sin vos”, “somos el uno para el otro”, “sos el amor de mi vida”, entre otras frases huecas y telenoveleras que son el centro de guiones irreales, incapaces de tocar la esencia del amor verdadero, ése que inspira los corazones más nobles como sencillos, las novelas sublimes, las historias con alma.

Sin embargo, en otros tiempos (no necesariamente en el romanticismo) el amor (sin comillas) se arropó de verdadero sentido e inspiró causas sociales, avivó la pasión de luchas revolucionarias, encendió los corazones de quienes se lanzaban a la muerte en nombre de sus creencias. El amor fue el sustantivo que inspiró la lucha pacifista de Gandhi, la lucha antiracial de Mandela, la obra humanista de Simone Weil (raros casos de armonía entre pensamiento y acción, situados en importantes momentos históricos del siglo XX), entre otros personajes que conjugaron con su vida la palabra “amor”, despojándola de comillas, dobles sentidos y contrasentidos.

El que se enamora de los números acaba enamorándose de su materia, practicándola a diario; quien se enamora del espacio, acaba enamorándose del infinito mientras lo investiga y lo descubre; quien se enamora de su fe, acaba enamorándose de su religión por medio de sus oraciones y su actitud de vida, así como el ateo se enamora de la privación de su fe, de su negación espiritual, resistiendo a la religión de forma apasionada.

Actualmente es difícil encontrar personajes verdaderamente enamorados de sus causas. Es por eso que nos tiembla el pulso como una hoja cubierta de frío a la hora de escribir la palabra “amor”, tan distante del ser humano por los avances científicos, tan disfrazada de discursos por las modernas sectas religiosas que pretenden hacer dinero con las emociones de la gente desesperada.

Aquel “amor” ritualizado, ceremonioso y provinciano, es el que más nos venden y predican en el cine, la televisión y los discursos políticos vacíos en contenido y repletos de frases célebres. Discursos que dan la vuelta al mundo en la Era de la Información, llenos de figuras literarias que al final son puros adjetivos que no dan vida, sino que matan (como refería el poeta chileno en su Arte Poética, Vicente Huidobro).
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EL COLOMBIANO, El Barquero de EJE 21, EL TIEMPO, EL ESPECTADOR, 
EL CAMPANARIO, LA BARCA DE CALDERÓN,  EL OBSERVATORE 
ROMANO, 
de la página no censurada de JUAN GUERRA, CLARIN desde  Argentina, 
EL UNIVERSO desde Ecuador, EL INFORMADOR  desde Santa Marta, PORTAFOLIO, Juan Gossaín, DINERO, DIARIO DE AMÉRICA, PERIODISMO 
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